Nelson Villalobos nos sorprende con una esplendida exposición, que aúna trabajos pensados, realizados, a lo largo de diferentes momentos y cuadros monumentales, todos febrilmente realizados en este año que comienza a declinar.

Componen esta muestra 5 piezas de gran formato (400 por 200 cm.), 5 de un formato más pequeño, 200 por 200 cm., 30 piezas de 80 por 100 cm. todas realizadas en acrílico sobre tela. Además una selección de la serie Islas, que está compuesta de 80 obras de las cuales se han escogido 16 piezas. Estas obras tienen como base el lápiz y la acuarela, sobre cartulina. Por ultimo, trabajando con cartulina serigrafiada, e intervenciones de pintura, dibujos y otras imaginaciones, contamos con la realización para este espacio en exclusiva de instalaciones espaciales, efímeras, que han sido trabajadas a partir de lo que el recinto expositivo le ... ha inspirado al artista, para dejar constancia de una aptitud conceptual de apropiación del espacio como materia artística.

Resaltan de estos cuadros, su colorido agresivo, plano, geométrico en el caso de los acrílicos monumentales, con unas pinceladas vistas, manifestando toda la intencionalidad de dar textura y provocar contraste; el volumen que logra en las piezas más pequeñas, dando espacio e ilusión óptica como referente; la mítica, arcaica, original trama de sus islas, espacios circunscritos de sentimientos e ideas.

Pero todo esto, que magnifica en series tan disímiles para quien no reconozca los recovecos del artista, tiene un nexo, un hilván importante, un proceso sincopado y continuo, que las une en una sola metáfora, en un significado único: el viaje y la ciudad, el recorrido urbano, la visión del espacio que lo envuelve y desenvuelve. Esta exposición tiene una connotación especial: marca el instante fugaz en que el artista se ha apoderado de la ciudad de Vigo, la ha sentido, la ha poseído para después completarla, a través de su discurso mágico, en cada una de las piezas en que la divide, la multiplica, y sin paradojas originales, la unifica en su diversidad.

Reconocemos muchas mitologías urbanas en estas obras: cerraduras, luces, calas, rejas, espejos, pintores citadinos; así se conectan unas piezas con otras. Todo resuena a salitre, a ciudad de puerto, a urbe antigua y laberíntica, una herencia de viejos castros; sentimos piedras ligeras y metafóricas; vemos “unha longa noite de pedra” como le cantara su poeta.

Villalobos reconstruye esta ciudad desde su condición de vagabundo urbano, de ciudadano de cualquier ciudad del mundo, de miembro activo y agresivo de los ambiguos y truculentos espacios citadinos. Su verdad reside en su doble condición: viajero y contemplativo. Esta es la ciudad que se refleja en su corazón. Este recorrido es su diario, como él comprende y interpreta Vigo. Es su parada. Desde este espacio nos aguarda. Desde aquí espera nuestra mirada, aquí y ahora ya se prepara para partir. Busca su isla, su ría, su espacio. Busca el vacío.