Descripción de la Exposición
La flor que tienes en tus manos ha nacido hoy y ya tiene tu edad.
Antonio Porchia
Las obras de Sabatino Cersosimo viven una existencia que se desvía de la inmortalidad, para golpearnos con su belleza rebelde, pidiéndonos que seamos conscientes de que ni ellas, ni nosotros, duraremos para siempre y la exposición “Pintura Viva” refleja, de alguna manera, la búsqueda del artista hacia una interacción constante entre quien mira y quien está siendo mirado, como si fuera la última ocasión para que ambos se entreguen a ese instante compartido o para contaminarse con el suspiro de la vejez, que acaricia las noches de invierno, parando por un segundo el frenesí imperativo de nuestra sociedad moderna.
Es así que los personajes de Cersosimo nos cautivan, incluso en el fervor de su aparente ausencia; podríamos decir que la suya es una empatía hierática, que nos absorbe cuanto más nos adentremos en esos rostros pincelados de desgarros en la materia, y cuyos dueños nos sonríen, nos ningunean o nos invitan a disfrutar de su soledad pacífica, acogiéndonos con un guiño cálido y cómplice pero antagónico a la propia superficie de la composición: el acero.
Es justo aquí donde el artista, hace cinco años, inició experimentando con un proceso de oxidación que ya define su producción más reciente, tanto estética como conceptualmente, y nos devuelve a unos seres humanos impregnados de imperfecciones e inquietudes; debilidades que los rinden más falsos aún que la propia ficción de la que están hechos, pero a la vez, esa hipérbole de incertidumbre los desnuda de cualquier pudor y es así como se nos ofrecen: en su autenticidad inacabada.
“Pintura Viva” se lee como los restos de un fresco del que se desploman fragmentos minúsculos o trozos enteros de un futuro, el que nos corresponde, con sus incongruencias y sus desgracias; brioso y potente, acartonado e impúdico, derrumba las capas de los años que nos quedan, para que guardemos en nuestra memoria la herencia del cuerpo que tuvimos y que ya es otro. De esta manera los cuadros de Cersosimo brillan por su sinceridad y en el hermetismo de un secreto mal guardado, nos chivan que nunca se puede parar esa cuenta atrás a la cual damos la espalda, hasta que las arrugas corroan nuestro “nuevo” cuerpo, convirtiéndose en la pista para descifrar un delito en contra de la juventud, por el cual, demasiadas veces, hubiéramos querido pedir justicia.
En definitiva este “Memento Mori” con el que el artista diluye el óleo que surca la superficie plateada de las obras, se convierte en un mensaje intergeneracional, que mezcla la añoranza con el arrepentimiento y nos induce a pensar en lo bueno que es poder estar pensando, en este mismo instante, siguiendo la partitura de una existencia cuyo fin llegará cuando tenga que llegar.
“Pintura Viva” es un susurro de compasión que se ensalza como un vendaval de ensueños truncados, pero también un homenaje a los que estuvieron en nuestras vidas y aquellos que vendrán, y precisamente esa es su vertiente más risueña y hay que buscarla en la necesidad de aprovechar toda circunstancia, reponiendo en ella nuestro optimismo y los anhelos que nos tenemos callados, acercándonos así, sin nada que perder, a esa línea sutil que Sabatino incide en el acero y se convierte en el umbral entre lo imaginario (la obra de arte) y lo real (el propio espectador).