El caso de Gabriel Piñana puede considerarse como un curioso e interesante ejemplo de la afirmación de una sentida vocación pictórica.

Músico profesional y polifacetico e inquieto creador, hace años comenzó a experimentar con el lenguaje plástico, descubriendo una nueva forma de expresión y comunicación artística. Su aproximación a la práctica pictórica, si bien tiene unos antecedentes familiares importantes -Gabriel es sobrino-nieto del conocido pintor setabense Joaquín Tudela-, ha sido una experiencia completamente autoafirmativa y autodidacta, dejándose llevar por una fuerte intuición pero, al mismo tiempo aprendiendo de las obras de los artistas que siempre ha admirado.

Desde su primera exposición 'Música y Maestros', realizada en la sala de exposiciones del ayuntamiento de Catarroja (Valencia) en el año 2002. Ha realizado varias exposiciones en importantes galerías de la Capital del Turia: 'Música de ... las Esferas' Galería Nave Diez (2004), y de Diez en diez (2005). 'Grietas en la galería D'Arts (2006), y 'Puertas' (2007). En estas dos últimas exposiciones Piñana alcanza el conocimiento del difícil ejercicio plástico, y simultaneamente exhibe una fuerte personalidad artística propia, difícil de alcanzar.

Lo cósmico, ha estado presente siempre en la obra de este artista: De tal modo le preocupa el rumbo de la vida contemporánea, que como un nuevo creador de espacios, ha inventado un paisaje en el que refugiarse y perderse. Sus panorámicas responden a un universo representativo de una tierra agonizante, de una paleta que en palabras del propio pintor 'se agrieta y se seca', y en la cual en muchas ocasiones nos encontramos' perdidos, aislados en el universo, sin conciencia de lo que somos, vagando en busca de nuestro reencuentro con el Amor.

Gabriel Piñana se sitúa ante el paisaje pictórico, como un recreador de la Lejana Belleza Silenciosa.

La Lírica evocación del mundo es presentada en la sala Aires de Córdoba, por Gabriel Piñana, en una serie de pinturas retrospectivas y nuevas, en la que se suceden, de un modo casi inmaterial, la Musicalidad y el Silencio. Ese equilibrio, obtenido a partir de una obra sentida desde su primera estructura, se extiende por todos los rincones de sus pinturas.

Gabriel Piñana proyecta tanto en la Luz como en las Sombras de sus obras, la concreción de un lugar en el cual el Vacío se Transforma -Felizmente- en el esperanzador ofrecimiento de un Mundo Mejor.