Descripción de la Exposición Nacido en las Salinas de Pirán, Eslovenia, en 1960, Marsic se forma en la Escuela de Bellas Artes de Liubliana. A mediados de los ochenta inicia su trayectoria artística, vinculado con la Nueva Imagen Eslovena y, por tanto, con la clase de figuración desenfadada e irónica que triunfaba entonces en Europa tras la eclosión de la transvanguardia italiana y los neoexpresionismos centroeuropeos. En los años noventa es invitado por Franz Paludetto a trabajar en el Castello di Rivara, en el Piamonte. Pasa temporadas en París, Nueva York, Trieste, Madrid, Sevilla, Berlín, Lisboa, Grajal de Campos. Como diría John Berger en Puerca Tierra 'la experiencia es indivisible y continua... nunca tengo la impresión de que mi experiencia sea sólo mía, y con frecuencia me parece que me ha precedido...'. Y así intenta Marsic dejar la huella de su propio conocimiento, amasando sedimentos a través de su lenguaje corporal, acumulando los registros de su memoria sobre el lienzo. La plasticidad es un elemento de vital importancia en su obra, pues se convierte en la metáfora arqueológica de su propia vida. En su obra la naturaleza es esencia pura. Es la meditación sobre lo primitivo, lo originario, un ecosistema en el que conviven grandes dualidades: recuerdos y estados de ánimo, memoria y espíritu. En este sentido, su proceso creativo se puede definir como una performance sin término transportada al lienzo, sin límite en el manejo de la materia. En consecuencia, el gesto deja su huella, su carga emocional en la masa pictórica, a la que modifica y moldea imprimiendo sobre ella sus remembranzas de cada lugar y la vivencia que extrapola del paisaje. En su trayectoria artística pueden distinguirse varias etapas. A mediados de los años noventa del siglo XX, realizó una pintura de corte expresionista en la que los colores vivos y pinceladas multidireccionales fueron los protagonistas. En los primeros años de este siglo, hizo su aparición una temática sutilmente figurativa, en la que se vislumbraba levemente la acumulación matérica, pero en la que prevalecía la búsqueda de uniformidad y partición del lienzo entre el cielo y la tierra, entre lo incorpóreo y lo físico. En ocasiones, afloraban en estas telas formas de objetos enterrados en la materia, como símbolos de una mitología personal que dejaba pistas para su desciframiento. A partir de 2002, la superficie de la tela quedó abarrotada por manchas de pintura, superpuestas entre sí y aplicadas con los dedos en diferentes orientaciones, en las que Marsi? experimentó con gamas de colores y cuyos títulos vinculó al lodo, al barro, a las aguas salinas, a la tierra. Poco a poco, especialmente a mediados de esta primera década, introdujo las manchas esféricas, ovillos acumulados que evolucionarían hasta convertirse en nidos. Nidos que representarían 'el hogar, la patria, pero también el lecho germinal vinculado a la tierra, a la propia sangre, a la familia, a la vida', según palabras de Fernando Zamanillo. Primero como esbozos evocativos y después como performances constructivas, estos nidos quedan documentados en la muestra por las fotografías y la vídeo instalación de Petra Paula Merino.
Exposición. 18 feb de 2025 - 15 jun de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España