Descripción de la Exposición
La riqueza y complejidad del legado de Ignacio Pinazo Camarlench (1849-1916) permite establecer múltiples lecturas sobre sus obras y entretejerlas entre sí, articularlas con sus contextos y con su personalidad, la de un artista que también se dedicó a realizar una ingente cantidad de apuntes y a escribir y conservar cientos de ref lexiones. Casi todas ellas surgieron de situaciones concretas de su biografía, pero revelaron también aspectos muy diversos sobre sus sentimientos más profundos, sus opciones estéticas, sus posturas éticas y sus concepciones ideológicas más abstractas.
Al observar su producción artística y escrita, se pueden definir los campos de interés que atravesaron su experiencia vital y los diversos géneros pictóricos que abordó. Uno de estos focos de atención, y motor creativo esencial, expresado de manera constante a lo largo de su vida y aún más intensamente a medida que maduró como artista, fue el generado por la percepción problemática de las identidades; la propia y las ajenas, las individuales y las colectivas, las manifiestas y las ausentes.
La cuestión identitaria en Pinazo puede ser interpretada como un síntoma primordial de la modernidad, la que en su tiempo se estaba instaurando y la que en el nuestro ha estado mostrando señales de transmutación desde hace décadas. La extensa temática de la identidad actúa también para proponer una estructura analítica capaz de acoger a Pinazo dentro de algunos de los parámetros críticos aplicados a la creación en nuestro tiempo: modelos y contraejemplos de temporalidades; relaciones intersubjetivas e implicaciones políticas; modos de hacer y gestos dispuestos para y desencadenados por el hecho artístico en su dimensión más extensa.
Buena parte de las obras mostradas en esta exposición pone en valor la importancia de los fondos del IVAM dedicados a Pinazo y se complementa con aportaciones imprescindibles provenientes de la herencia artística y documental conservada en su Casa-Museo en Godella, de los préstamos provenientes de la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia y de colecciones privadas que suministran algunas obras hasta ahora inéditas en los circuitos expositivos.
RECONOCIMIENTOS
El primer ámbito de la exposición está regido por una temporalidad híbrida que se bifurca. Por una parte, está compuesta por el dominio fáctico del presente real de la comunicación intersubjetiva como ejercicio de reconocimiento de la otra persona por parte del artista. Es el momento de estar ante alguien, a quien se dedica toda la atención. Por otra, estas obras también se impregnan de un tiempo virtual proyectado hacia el futuro a través del deseo, y que se deriva a su vez en otra duplicidad: es el resultado de una tentativa de la persona representada de fijar su imagen para obtener reconocimiento de su rol vital o profesional y también el de la voluntad de Pinazo para proclamar sus aspiraciones con ayuda de una poética que pueda trascender su presente estricto.
Los conceptos políticos puestos en juego en este espacio intersubjetivo serían los de la conciencia de identidad, de diferencia (familiarizada o no) y de reconocimiento social externo de los roles asignados, aceptados o rechazados en diferente medida. Los modos de hacer puestos en juego por Pinazo son los de la indagación, la intención y el conocimiento focalizados sobre individuos concretos. Estrechamente vinculados a estos, actúan también los gestos de la mirada y sus ref lejos inherentes a la comunicación.
Constituyen las obras de esta sección los retratos por encargo y los realizados motu proprio, especialmente entre sus familiares y conocidos; también alguno de sus autorretratos y muchos ejemplos de sus abundantes estudios de f iguras captadas por el artista, frecuentemente mediante el dibujo. Casi todas las obras aparecen individualizadas respecto a sus contextos, algunas concebidas como ejemplos de tipologías humanas determinadas por sus condiciones de clase, de género o de oficio, y otras como personajes singulares.
ANONIMATOS
Las obras del segundo ámbito se originan en los múltiples presentes absolutos y sincronizados de cada uno de los momentos de inmersión de Pinazo en las experiencias como observador activo de grupos de personas, que identificó como seres colectivos. Por otra parte, las obras generan en su percepción una sensación de presente extendido a través de la recreación de los hábitos compartidos, las costumbres establecidas y los rituales practicados al amparo de los sistemas ideológicos dominantes.
Estas escenas muestran que Pinazo concibió lo social como una suma de realidades construidas mediante interacciones prácticas, pero también que entendió la dimensión humana colectiva como la adición de múltiples singularidades que dejaban en suspensión sus identidades individuales para transferirlas al grupo y alimentar así el sentido simbólico de pertenencia a otra identidad de escala superior.
En esta actitud hay tanto de positivo, por lo que se refiere al poder para otorgar identidades a los grupos, como de negativo, pues Pinazo se resistió a idealizar la vida del pueblo. Sus sentimientos hacia lo popular fueron sumamente complejos y ambiguos. Se movían entre su admiración como espectador ante las configuraciones más sofisticadas y vitalistas de costumbres y rituales y las formas por las que estos sumergían en el anonimato a sus participantes, aquejados de una ignorancia persistente difícilmente compatible con el libre ejercicio de las voluntades.
Pinazo hizo convivir en estas representaciones una percepción heteronómica: la de los grupos regulados desde fuera por poderes superiores, con modos de hacer basados en el juego, la inmersión y el azar, así como con gestos propios del paseo, la deriva y los encuentros indeterminados que se tradujeron en soluciones plásticas de fuerte carga experimental y estrategias compositivas muy originales.
AUSENCIAS
En muchas de las obras de esta sección, Pinazo vertió lo que quizá podríamos considerar su concepto más complejo de la dimensión identitaria apelada por sus representaciones. Nos encontramos ante cuadros y dibujos que muestran escenas en las que predomina la quietud y algunas acciones parecen manifestarse solo indirectamente a través de sus huellas. Estas se hacen más evidentes cuando reparamos en que, en sus vistas y paisajes, Pinazo optó por superar la sensibilidad romántica. No se interesó por espacios agrestes de belleza sublime en los límites de lo habitable, sino por lugares con un sentido pleno, donde transcurría la existencia cotidiana; sitios profundamente humanizados, configurados a través de intervenciones que frecuentemente respondieron más a necesidades propias de la modesta intrahistoria que a acontecimientos memorables.
Sin embargo, Pinazo también se alejó del positivismo de la estética naturalista. Estas visualizaciones del sentido más elusivo de la identidad, que refiere a quienes están ausentes, se plasman a través de escenas donde las personas han desaparecido temporalmente de sus entornos habituales. Se instaura en nuestra imaginación la misteriosa sospecha de un tiempo diacrónico, proyectado hacia un futuro hipotético donde esas identidades en fuga y dispuestas a regresar volverían a hacerse presentes. El artista siembra en estas escenas la percepción, en buena medida esotérica, de una continuidad cíclica que afirma la persistencia en estados cambiantes de las identidades compartidas por las gentes y los lugares a los que están vinculadas. Los gestos de registro del artista potencian el misterio de una arqueología de lo invisible y el presente provisional nos conecta con los conceptos políticos de legado histórico y de identidad genealógica
Exposición. 14 nov de 2024 - 08 dic de 2024 / Centro de Creación Contemporánea de Andalucía (C3A) / Córdoba, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España