Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Casi todos los museos provinciales disponemos de un depósito del Museo del Prado y otro del Museo de Arte Moderno (hoy derivado en el MNCARS). Frecuentemente estos depósitos -tan antiguos en Salamanca como 1927- se hacían con el criterio de que cada museo debía ser una copia en miniatura de los Museos Nacionales. Actualmente se impone una reordenación coherente de estos depósitos, dentro de la cual se incluye esta obra de Martínez Novillo de 1962, de tema salmantino. La Exposición Nacional de Bellas Artes de 1962 fue muy interesante en cuanto a sus galardones, pues su jurado concedió la Medalla de Honor, con toda justicia, al veterano Pancho Cossío y Primeras Medallas, entre otras, al escultor salmantino Venancio Blanco y a los pintores Juan Manuel Díaz-Caneja y Cirilo Martínez Novillo. La pintura de este último llevaba por título 'Casas de Alba de Tormes' y era un cuadro clave dentro de su evolución plástica. Hasta entonces cultivaba paisajes figurativos, muy bien construidos y normalmente con un dibujo muy marcado. En esto se percibía que el pintor había sido alumno de Daniel Vázquez Díaz en la Escuela Superior de Pintura de Madrid. No era sin embargo la única influencia que había recibido pues participaba del sentido del paisaje defendido por Benjamín Palencia, pero además, en la primera mitad de la década de los cincuenta, había estado becado en dos ocasiones en París, donde le impresionaron especialmente las obras de Paul Cézanne y Maurice Utrillo. Pero más decisiva fue su nueva estancia en la capital francesa de 1960 con una Beca de la Fundación Juan March. En un momento en el que el arte abstracto se estaba abriendo camino en toda Europa, Cirilo no permanece ajeno a este movimiento y, sobre todo con la influencia del belga Constant Permeke, del francés Nicolás de Stäel y de españoles residentes allí, en especial de Antoni Clavé, Orlando Pelayo y Agustín Úbeda, evoluciona hacia un estilo en el que las formas no desaparecen de su pintura, pero son despojadas de todo detalle pintoresco y el ambiente general, casi siempre algo sombrío, pero con una cierta luz interior, como señalaba en poeta Gerardo Diego, llega a un lenguaje expresionista muy fuerte de materia. El cuadro premiado en la Nacional de 1962 marca un momento clave en su carrera pictórica y es, sin duda, la manifestación más comprometida de su nuevo estilo, pues el artista asume el riesgo de presentarse con él a la exposición oficial como un reto consigo mismo y el reconocimiento obtenido con él, será clave a la hora de animarle en el camino emprendido.
Este cuadro de este importante autor de la escuela de Madrid es un punto de inflexión de rn su obra hacia una mayor abstracción. Es un depósito del MNCARS en nuestro museo destro de la política de adecuación de los depósitos.
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