Descripción de la Exposición Parece misión imposible hacer algo nuevo a partir de un icono con el que se ha hecho todo y que como 'El gran hermano' de Orwell, está siempre en todas partes cautivando al público. Logo que es la Gioconda del diseño gráfico y la propaganda, envase poseedor de la silueta más peculiar y conocida que exista. Recurso que la plástica retoma y recrea con obstinada frecuencia. Elevada esta marca al altar del arte por el propio Warhol, cuando produce en 1962, la serigrafía sobre tela, titulada, Botellas Verdes de Coca Cola, setenta y seis años después que Benjamín Thomas produjera la fórmula del brebaje. Ese mismo año de 1962, Rauschenberg incorpora la etiqueta de Coca Cola a Dylaby, una de sus famosas combine painting, haciendo notar de hecho que ese símbolo pronto estaría presente en cualquier género o manifestación artística y que más allá del Pop y sus antecedentes numerosas nuevas tendencias habrían de recrearlo. Pero no es solo un logo o una botella, es una de las parafernalias más variadas y atractivas del siglo XX, que ha generado 250 diferentes presentaciones y miles de objetos asociados, por ejemplo: el vaso Coca Cola, ese que Wesselman colocó en un extremo de su Naturaleza Muerta No. 20, o la máquina dispensadora de Coca Cola que se aprecia en el Autorretrato doble de Richard Estes, por su parte Antonio Caro se vale de la tipografía original de la marca, la firma Coca Cola, para escribir a todo lo ancho de una obra suya la firma Colombia, con iguales rasgos que la del refresco. Michael English por su parte hace aparecer en una litografía en plástico, la imagen de la chapa doblada a la mitad por un abridor y con gotas de sudor helado. Pudiéramos llenar muchas páginas a base de citar 'objetos Coca Cola' que aparecen representados en obras de arte. El verano pasado (2008) en Madrid, conocí a un joven artista español, Juan José Parra (Juanjo), quien me dijo estaba realizando una serie de obras relacionadas con el universo publicitario de Coca Cola que deseaba mostrarme, confieso que mi primera reacción fue pensar que seguramente se trataría de más de lo mismo. Pero su presentación resultó una agradable sorpresa, Juanjo echaba a un lado la manida fórmula de manipular el 'objeto Coca Cola' e igual se desentendía del uso del logo para acentuar un determinado discurso o recomponer los caracteres en aras de otro mensaje, él había ido directamente a apropiarse de la 'piel Coca Cola', quiero decir de las texturas, impresas en los envases para identificar los distintos productos de la marca con particulares diseños, Juanjo las utiliza como si se tratara de colores con que pintar -o debería decir, con que cortar y pegar- texturas-pigmentos, combinaciones de por sí significativas. En sus obras predominan la textura negra y blanca de Coca Cola Zero, la gris claro de Coca Cola Light y por supuesto la roja de Coca Cola Regular, Clásica u original. Está claro que al existir estas texturas estampadas industrialmente sobre el cartón de las cajas, al artista le sedujo reciclarlas, valerse de ellas para componer sus flamantes reclamos, demostrando que para el arte nada está gastado, cualquier cosa -por vista que esté- es susceptible de ser recreada. De ningún modo exagero al apuntar que son de hecho reveladoras estas texturas, la gris Light y la de Zero, de por si hablan de adaptación a la nueva época, al reflorecimiento narcisista y al hedonismo que prevalecen en la actualidad, etapa dominada por lo vano, por la superficialidad y el dinero, tiempo de dietas, de afeites metrosexuales, de culturistas, y de modelos de pasarela que ya estaban presente en Esto es mañana, de R. Hamilton (1956), en fin, de cuidar los cuerpos más que cualquier otra cosa y de convertir la materia de los ideales en mejunje light, en caldo blando, manejable, maleable sumiso, etc.. Por otro lado se interpreta ahora la clásica, la etiqueta roja, como lo original y auténtico, justo cuando lo de siempre, lo de toda la vida -que eufemismo- pasa a ser lo orgánico y ecológico ocupando un escaparate aparte en el supermercado, resultando ahora lo raro y costoso... Nada de lo anterior se le escapa a Juanjo que se sirve de estas tramas como instrumento para ejercer humor, sátira, así las cosas para su Sansón opta por la textura de Coca Cola Zero de bajas calorías y dota a las columnas de total ligereza utilizando la textura de Coca Cola Light. Con la misma ironía en su Creación, que pide prestada a Miguel Ángel para ponerla a tono con nuestro tiempo, Dios lleva textura de Coca Cola Light y Adam de la Zero. Cuando Juanjo está mirando al pasado entra en juego el rojo inveterado de la Coca Cola Clásica, así ocurre con la textura que llena la figura del SEAT español en que se van de acampada una pareja de sus personajes. Es tan arquetípica su fórmula que se plantea también un solo contorno igual para dibujar y caracterizar a los seres que va introduciendo en escena: Minotauros como el del mito griego encerrado por el Rey Minos en un laberinto, donde se alimentaba de carne humana, de aguerridos jóvenes que aspiraban a la mano de Ariadna, monstruo que liquidó Teseo valiéndose luego del truquito del hilito para salir de allí. ¿Por qué este otro arquetipo? ¿Será por la España de los toros y el español que está como un Miura? No hay duda, el consumo se ha convertido en un monstruo, estamos encerrados en un laberinto, ¿lograremos escapar de este diluvio de consignas, de slogans e inducciones y el hombre bajo en calorías podrá algún día plegar su paraguas? La técnica de Juanjo, sus hechuras, los resultados formales en esta serie parecen hablarme -es la impresión que me producen- de un acabado que contradice la sofisticación emblemática de los cartones estampados con las distintas marcas de la Coca Cola de que se sirve, él toma un producto de perfecta factura industrial y lo transforma en una especie de juguete popular, fresco, armonioso, sencillo, con que expresa su llamada de atención. En un mundo donde las referencias, las apropiaciones, los reflejos y las citas son tan importantes, no debo dejar de señalar hacia ciertos juguetes artesanales que niños de países subdesarrollados -bien jodidos- fabrican con la lámina metálica de las latas de Coca Cola, que para mayor INRI, se venden más tarde en Boutiques de lujo. Si hay que etiquetar a Juanjo digamos que está en eso que dejó de ser extensiones del Pop para convertirse últimamente en e Neo Pop. Entre un minotauro de cuerpo Light y otro de humanidad zero ¿Quién ganará el pulso al tirar de la cuerda trenzada con textura de Coca Cola clásica? ¿Qué nos dejará esa confrontación? En fin hay que celebrar al que todavía se plantea el asunto y está dispuesto a testimoniarlo, listo a renovar la visión que se tiene de él, a quien como Juanjo, con cierto aire de ingenuidad cuestiona sin recurrir a una estética fea o complicada, o demasiado ideologizada. Y lo hace asumiendo el toque complaciente de la publicidad comercial, pretendiendo atraer al espectador con dosis de ese exitoso recurso, con los propios mecanismos de seducción publicitarios. La condición de relieve al superponer los cartones le da a cada conjunto cierto aire afichístico que recuerda esos grandes carteles encima de las marquesinas de los cines sobre los que se destacan recortadas las siluetas de los protagonistas, de los grandes actores, es un verdadero ensamblaje, tan teatral como lo pueden ser un diorama o un conjunto de telones y trastos, él da pasos sólidos en su obra cuando concibe este tipo de universo tan coherente y singular, la obra de Juanjo -en particular esta serie- presenta un marcado perfil conceptual, jugando con esa piel seriada a inquietarnos pero muy consciente de que esta época no favorece una crítica contundente, directa, ni demasiado profunda, su estética es de hoy y por tanto cuenta con el vacío glamour que nos rodea (Miami, primavera 2009).
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España