Descripción de la Exposición
La luminosa serie que Cristina Coroleu llamó "la floración de Buenos Aires", con una sinfonía de lo mejor que Carlos Thays nos dejó, estaba dominada por una caligrafía casi musical que dejaba sobre el papel el esplendor de lapachos, jacarandás, tipas y palos borrachos. "La floración" para Coroleu siempre significó dos cosas: por un lado, la puesta en papel de la naturaleza de Buenos Aires y, no menos importante, los encuentros que ella organiza para contemplar en comunidad la fiesta de la naturaleza que nos dan los árboles en flor de la ciudad.
Muy sensiblemente, Diana Fernández Irusta señaló, el pasado marzo, que la celebración de la floración del palo borracho, que organizó Cristina este año, había un crujir de tristeza pues las flores eran menos y las hojas secas de los árboles eran la señal que el acompasado andar de la naturaleza tal como la conocíamos se había roto. La nueva serie que Coroleu presenta en esta exposición la ha llamado "PIEL de ÁRBOL" para señalar claramente el pasaje a ese sostén de la aireada copa de colores de la floración de Buenos Aires. Creo que no se trata de que la artista esté bajando a la tierra, pues allí estuvo siempre, cuando hace ya más de dos décadas empezó contra viento y marea a caminar en el encuentro feliz con la naturaleza. Porque no pinta la naturaliza sino desde la naturaleza. Y lo hace con una práctica en la que el gesto corporal en el trazo y la repetición de la pincelada se conjugan con el tiempo, unas capas que se van superponiendo sostenidas por la idea de proceso. Coroleu nos entrega así los troncos en el momento en que por fin tomamos conciencia de su fragilidad y su destino incierto.
Sebastián López
Historiador del arte