En “Pichi Kürüv” Bibiana Tittarelli refleja claramente todo aquello que la motiva, los múltiples mundos de la niñez y la adolescencia, sus caminos, los arrullos, el andar, el miedo, la soledad, el juego, en constante relación con sus propios paisajes de la infancia. Los dibujos pertenecen a una serie llamada “Blanquitas y negritas”, que recorre el mundo infinito de las mujeres, las niñas con su pequeña mirada, las grandes que andan el mundo y aquellas otras, las lejanas, las que no están y sin embargo son malla de nuestra existencia. En cuanto a las esculturas, la búsqueda de la artista plástica “piquense” intenta llegar el corazón del hierro con una técnica que delata el oficio del herrero y la tenacidad de su temperamento, valiéndose de su textura, su relación con el óxido, sus improntas cuando derrite y solidifica nuevamente.