Descripción de la Exposición Como señala Gerard Macé en la presentación de la exposición "Podemos preguntarnos qué tienen en común una isla en el mar de Irlanda y el Théâtre du Soleil, artistas, centenarios, profesores del Collège de France y niños considerados reencarnaciones, por atenernos a algunos de los temas favoritos de Martine Franck, a los que vuelve con una atención discreta y afectuosa, con una asiduidad que le permite escapar de los límites habituales de la fotografía, prisionera del instante cuando no esclava de las circunstancias. Si miramos más de cerca, nos damos cuenta que sus personajes pertenecen casi todos a una comunidad restringida, de cuya historia encarnan un momento, por nacimiento o por elección. Los individuos no son más que la forma pasajera (y sin embargo preciosa) de algo que les sobrepasa, pero que sin ellos moriría: un oficio, unos gestos, un saber hacer, un arte o una memoria que se transforman y que sin embargo reconocemos…Ya se trate de una boda en una sinagoga, de un niño tibetano con su tutor, de una pareja de enamorados en un cementerio, de una reunión de veteranos, de una cena de Navidad, de un carnaval o de Furias salidas de los infiernos atravesando los siglos y la imaginación de los hombres, en cada caso lo que nos muestra Martine Franck es la experiencia del tiempo (…)." Martine Franck, se inició en la fotografía gracias a la directora de teatro Ariane Mnouchkine a la que conoció hacia 1957-1958 en Suiza. Ariane era ya una buena fotógrafa. Con ella compró su primera cámara en Japón e hizo sus primeros clichés siguiendo sus consejos. "Ya en aquella época Ariane estaba fascinada por el movimiento mientras que a mí la vaguedad me daba miedo". De vuelta a París la concedieron una beca en Time-Life como asistente de algunos fotógrafos extranjeros de paso por París. Eliot Elisofon y después Gjon Mili apoyaron sus primeros reportajes sobre el teatro: Les petits-bourgeois de Maxime Gorki y Le Capitaine Fracasse en el teatro Mouffetard, después La Cuisine de Arnold Wesker y Le Songe d’une nuit d’été en el circo Medrano. Françoise Mohrt, redactora jefe de Vogue le encargó, para una nueva sección, "Les Contemporaines", los primeros retratos de mujeres: Sarah Moon, Claude de Muzac, Sheila Hicks, la fotógrafa de prensa Catherine Leroy y Ariane Mnouchkine… Mucho más tarde en 1983, el ministerio de los derechos de la mujer la llamaría para un trabajo análogo de mayores proporciones. Los retratos le apasionan. Pero también los paisajes. Siempre ha fotografiado paisajes por placer, por necesidad. Para Martine "La toma de vista es lo contrario de la instantánea. Hay que darse un tiempo para contemplar, para tomar energías. Es una forma de ejercicio de meditación visual, ante espacios desconocidos marcados a menudo por la mano del hombre. El haber recorrido recientemente en China la ruta del budismo ha supuesto también una experiencia importante. Ante aquellas inmensidades, aquellas cuevas, aquellos templos, he sentido la misma emoción que inspiró y guió a millares de peregrinos durante siglos. Mis paisajes son al mismo tiempo románticos y clásicos: clásicos por la composición, el contenido, románticos por el extrañamiento, el gusto por lo extraño. En mis tomas a menudo aparece un elemento animal o humano que ordena el conjunto. Pero también me gustan los espacios puros, descarnados, como los cielos de Noruega en Bergen, que me suenan a música de Sibelius. Últimamente se me presentan muchas oportunidades de viajar: el otoño pasado fui invitada por el primer Festival internacional de fotografía de Pingyao en China, y poco después Traveller Magazine me pidió un reportaje en Jordania de donde provienen algunas imágenes de esta exposición. Y el espejo. Un tema recurrente que le llegó de manera totalmente involuntaria: los durmientes, los lectores, los mirones. Para Martine Franck, el espejo permite alejarse de la realidad. Algunos retratos se han impuesto de manera natural: la compositora Betsy Jolas ante el gran espejo de su pequeño despacho. También las sesiones de maquillaje de los actores o de los bailarines, Erhard Stiefel que fabrica las máscaras del Théâtre du Soleil. Se juega con el narcisismo del otro: los que se descubren ante un espejo, los actores que se maquillan para convertirse en otro yo mismo. En general Martine Franck prefiere el blanco y negro que permite una transposición de la realidad, cierta distancia respecto a lo concreto que da pie a un instante de ensueño. En cambio algunas veces utiliza el color, en particular para el Théâtre du Soleil, ya que la luz y el ambiente "irreal" de un espectáculo pueden añadir emoción visual. Es fiel a sus máquinas tradicionales: "para los retratos y los reportajes una Leica M, cuyo tacto me gusta –se adapta bien a la mano, para los paisajes y el teatro, una Canon con zoom".
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España