El acercamiento de Marta María a los sistemas religiosos de origen afro-cubano y la praxis espiritista es un acercamiento íntimo, personal, pero también –y sobre todo- una aproximación que contempla al otro como elemento fundamental del pasaje que compone o recuerda. Uno de los ejes centrales de su poética será precisamente esta dualidad: emerger desde el componente autorreferencial (que implica a su propio cuerpo como contenido y depositario) para aludir y comprender a un otro, ya sea individual o colectivo, desconocido o cercano. Esta presencia, que en la mayoría de las ocasiones no posee corporalidad explícita dentro del encuadre, se materializa en la obra porque suele habitar las coordenadas simbólicas y espirituales de la propia Marta.