La palabra insulta y golpea, califica y solemniza, asciende o enjuicia. Tenemos claro que con las palabras se construyen comportamientos, subjetividades, ideas, paradigmas. Al respecto, llama la atención el hecho de que el lenguaje habitual esté salpicado por frases hechas y metáforas que descalifican a la persona que va a pie. Si se dice de una idea o de una argumentación que es pedestre, significa que es banal y poco elaborada; al hacer referencia al sujeto común, el no experto en alguna materia, se dice “el hombre de a pie”, si se es más crudo aun, para hacer referencia a las personas de escasos recursos, se refiere a ellos con un despreciativo “los de a pie”. En el habla colombiana, se ha insultado diciendo “patirajao”, aludiendo a quien tiene los pies curtidos por la marcha descalza; a los oriundos de Popayán se les llamó “patojos” como voz despectiva. En este...caso, parte fundamental del insulto tenía que ver con el hecho de señalar en el otro la costumbre de andar descalzo, razón por la cual se tenían niguas en los pies, que hacían que se caminara “como pato”. Así, en el lenguaje, máquina de difusión de formaciones discursivas, perviven y se solapan ideas y prejuicios del presente o añejos, que se actualizan cada vez que una de esas voces es repetida, sin que el locutor, las más de las veces, sea consciente del sentido de lo que dice. Detrás de esas expresiones se respaldan etnocentrismos, posiciones de clase y de poder, que convierten al otro que administra distinto el espacio, el tiempo y su cuerpo, en un sujeto peligroso. La estrategia social de control es la subalternización, la invisibilización y o el desprecio.
Los artistas y no artistas que participan en este experimento son: Víctor Albarracín, Carmen Elvira Brigard, Marta Combariza, Chac, Raimond Chaves, Santiago Díaz, David Guarnizo, José Ismael Manco Parra, Jacobo Polanía, Laura Martínez Duque y Nadina Marquisio y finalmente, Bruno Tasckel.
Entrada actualizada el el 14 feb de 2018
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