Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Ya lo vieron Vintila Horia, en su librito de 1971 de la Dirección General de Bellas Artes, con cierta timidez, y Manuel Augusto García Viñolas, con desparpajo, en su crítica a la autora, Pueblo, 12 de febrero de 1969. Ambos, con distinta decisión, ya aluden al realismo mágico de Pepi Sánchez. Con 'lo mágico' a secas, se quedaría Carlos Areán. Todo eso no sería posible para alguien que careciere de duende. ¿Qué es el duende? El DRAE, en su cuarta acepción del vocablo, dice: 'encanto misterioso e inefable'. Una sevillana del barrio de Santa Cruz, que se expresa como ella pinta, no puede tener otra cosa que duende, que hechizo, que encanto misterioso que no se puede explicar, aunque no por ello vamos a dejar de intentarlo, como sísifos inocentes y contumaces. ¡El ángel de una dama con duende! Contrastan la excelente fortuna crítica de la autora a lo largo de los años 60-90 y el silencio posterior, canalizado hacia la indiferencia o el soslayo. Desde 1954, su primera individual -con texto en el catálogo de José María Moreno Galván-, Galería Estilo, hasta su última personal, en 2003, sucede un contrato de exclusiva con Agustín Rodríguez Sahagún que cambia muchas cosas. Se ha escrito tanto, con tanta presteza, sobre su obra, su alegría, que es inexcusable la referencia. Para la crítica especializada, los intentos de identificación están saturados de sustantivos ambiciosos, adjetivos sonoros y marbetes insólitos: 'filósofo idealista', 'la grandeza de lo metafísico', 'neoidealismo', 'realismo mágico', quehacer 'soteriológico', para la sensibilidad de Vintila Horia. 'Imaginación creadora', 'mundo infantil', 'barroquismo vagamente simbólico', 'pintura imaginativa', 'sobrerrealista', 'personal realidad', 'idealismo lírico', 'manera lírica de desquiciar la realidad', 'enduendada temática' son algunos de los rubros con los que querían etiquetar esta producción, que rebosa encanto y rebasa los cauces tradicionales de contenido y forma. Vista su obra desde nuestro tiempo, se impone establecer orden en su contemplación y aclarar algunas opiniones o desecharlas. De entrada, estimo que no hay que hacer diferencias por razón del soporte que utilice: es la misma magia la que sobrevuela sus lienzos, sus dibujos sobre papel o sus piedras. Su técnica puede con todo y sabe adaptarse al material, como un guante a la mano para la que fue confeccionado. En cuanto a lo que su mundo informa, me inclino por la denominación de pintura con duende, que desemboca en realismo mágico. Lo cotidiano se transforma en experiencias sobrenaturales y viceversa, ruptura de planos temporales y perspectivas, mezcla de personajes heterogéneos; elementos insólitos, inexplicables, que adquieren rango de normalidad, escenarios inverosímiles aceptados como idóneos? Hay en ese realismo mucho de antiguo, con ecos de primitivos flamencos, y de acabado de nacer, tal una crisálida a punto de echar a volar una ambueza de falenas, un calidoscopio de emociones genuinas, originarias, inspiradas, prístinas, limpias. El término realismo mágico se adoptó en España a través de la obra del crítico alemán Franz Roh, con su libro homónimo, publicado por Revista de Occidente, Madrid 1925. No quiero asegurar que influyera a nuestra autora, pero no lo descarto, porque su sevillanismo inicial se fue transformando en cosmopolitismo, tras sus dos viajes a Italia, su matrimonio con Manuel García Viñó, 1958, y contactos cuajados de poetas y brillantes escritores. De otra parte, aromando la literatura, para referirse a la cuentística venezolana, en 1947, Arturo Uslar Pietri, habla del 'realismo mágico', que conviene diferenciar de lo ?real maravilloso?, orquestado dos años después por Alejo Carpentier, que lo estima como exclusivo americano. Parece evidente que el duende se acerca más a lo primero que a lo segundo. El duende como semilla intuitiva y del sentimiento se asocia al cante flamenco, pero va mucho más allá, hasta la poesía y el teatro, como sucede en Federico o Villalón; en el toreo de Cagancho o Rafael de Paula, en la pintura de Pepi Sánchez. En Pieter Brueghel el Viejo, en definitiva en los dos Brueghel, hay una suerte de antecedente, de mundo que se relaciona con el de la maestra sevillana. También en El Bosco, en su obra orientada por la magia, pero sin duende; por la visión de un mundo surreal y esotérico. El duende es algo más existencial y menos cultural, hace referencia a un manifiesto estado continuado de inocencia, a lo genuino intransferible. A pesar de su destreza ilustradora y de los medios en los que la ejerce, la pintura de Pepi Sánchez no es infantil, ni casual, es causal. Lo infantil es coyuntural y no contaminado de cultura, arbitrario y espontáneo. La pureza de la infancia no tiene nada que ver con la de la adolescencia o la madurez. Juan Ramón escribe poesía pura, pero Platero no es un ejercicio de eclosión infantil. Pepi coleccionó haikus plásticos, fragmentos de sueño y esquejes de realidad, pero eso tiene que ver con las experiencias de Klee y Chagall, no con la reacción infantil de una expresión ingenuista, primaria. Es verdad que, de todos aquellos apelativos que la crítica le endosó, algo hay de cierto en cada uno, sin que pueda decirse cuánto, porque el ángel no se mide, se tiene o se carece. Vintila Horia, aquel mistérico caballero de mirada esotérica, que escribía desde el corazón del tiempo, fue el más existencial de sus exégetas; la vio metafísica, y claro que se percibe un vago perfume del mejor De Chirico en sus ambientes y paisajes sobrecogedores y fantásticos; y supo descubrir su carácter soteriológico, pero es que el arte siempre es salvador en su claridad, como el no-arte es mixtificador y guía certero a la confusión. Como dijo, en su visita a Madrid, el filósofo francés Jean-Luc Nancy: 'Lo que llamamos arte no es lo que cierra significados, es lo que abre la sensibilidad'. Como sucede con la pintura y la expresión estética de Pepi Sánchez, que nos hace desentendernos del motivo, del significado de sus figuras, para sentirnos atrapados por la composición general, por el color vivo y limpio que nos capta y nos transforma, abriendo los poros y las piras de nuestra sensibilidad, en una fiesta germinal de las cromías. ¡Azules turquí, rosas carne, mares lapislázuli, amarillos limón, verdes de Sévres, blancos grequianos, sobresaliendo entre tonos apastelados! A través de este resumen esperanzador de su obra, de esta sincrética antológica, podemos y debemos ensayar acerca de su prosapia, su dimensión y su trascendencia. Tanto desde el punto de vista icónico, cuanto técnico; desde la materialidad de su lenguaje a la espiritualidad de su mensaje. Más que pintura religiosa, a pesar de su querencia a los nacimientos y su imaginería, hizo pintura espiritual, buscando esa raíz que nos religa con algo sobrenatural y metafísico. Elementos de su lenguaje material: la forma, el color, la composición, el pellizco poético, el ampo repentino, el ángel que conduce a una estrella o al pliegue de una piedra, donde se esconde la ternura. Hay misterio y emoción en sus figuras-vírgenes, angelesas, brujas, dragones, funambulistas, magos, sueños, desazones, heridas y bálsamos, muñecas e infantes, fogonazos cromáticos y paisajes fantaseados con delirio y esplendor; hay dolor, porque el sufrimiento también se expresa con una explosión de añil o una mirada perdida en la inmensidad o una cara de niño abstraído y nefelibata. Pintora, dibujante, grabadora, escultora, musivaria, oficiadora de encuentros y de hallazgos, generadora de espejos donde se mira la gracia. Pintura figurativa, con un peculiar concepto de la composición en planos superpuestos hasta establecer una suerte de retablo laico para una celebración. Subvierte órdenes y concilia contrarios logrando una armonía singular y bellísima. Ahora podemos contemplar una visión panorámica de toda su obra, desde los trabajos de escuela, 1945, a las últimas piezas que pintó, en 2011. Y disfrutar de su dimensión que se ha deslizado por la senda de la coherencia y la fidelidad de una estética que reverbera en el virtuosismo del acierto. No es fácil encontrar una obra que haya impresionado tanto a los poetas, como sucede con la de Pepi Sánchez, maguer el hecho de estar casada con un poeta. En sus catálogos siempre aparece algún poema que le es dedicado. En 1992, se publicó el volumen Poemas a Pepi Sánchez y su obra, Antonio Fernández Heliodoro (editor), La Rama Dorada, Madrid. Desde la Antigüedad se viene comparando estas dos formas de expresión artística. Lo certifica el 'Ut pictura poesis' de Horacio (A.P. 361), comentado por Víctor José Herrero Llorente Diccionario de expresiones y frases latinas, Editorial Gredos, Madrid 1980- como sigue: 'Esta comparación no la hace el poeta en sentido lato, como se usa corrientemente; lo que dice es que, así como hay pinturas que agradan más de lejos y otras de cerca, lo mismo ocurre con la poesía'. No, la pintura no es igual que la poesía, lo que no impide que pueda haber poesía en la pintura. Y escritura pictoricista, como se da en las estampas de Gabriel Miró. La poesía se hace con palabras, según la vetusta receta de Mallarmé, y la pintura con formas y colores, o con conceptos como se pretende ahora. ¡Que una autora impresione tanto a tantos poetas de diferentes registros y lenguajes, habla por sí sola de la fuerza del influjo de su obra! Hasta treinta y tres poetas, algunos con dos poemas, cantan el mundo de Pepi Sánchez, utilizando títulos de sus obras o haciendo referencia a sus personajes, con un abanico amplísimo de metros, estrofas y timbres rítmicos. En este mismo catálogo se incluyen algunos de ellos, como el magnífico soneto de Manuel García Viñó, 'Flores amarillas', que aúna pulcritud, emoción y sentimiento. En el mencionado poemario se vuelve a hacer una clara distinción entre las poesías dedicadas a la pintura y a sus piedras. Desde mi óptica, creo que sólo hay una Pepi Sánchez, una pintura mágica con ángel, con independencia del soporte en la que se muestre, sea parietal, piedra, papel o lienzo. Es más, pienso que su originalidad está en su cosmos, en su icono, no en que ese mundo se presente en un lienzo o una piedra encontrada con su orografía azarosa. Que una exposición como ésta, que da cuenta y razón de una vida dedicada al arte y de una obra singular, realizada a los dos años de la muerte de la autora, carezca de patrocinio, tanto público como privado, indica bien a las claras en qué se ha convertido la cultura y qué atención se le presta hoy en nuestro país. El dogmatismo del mundo del arte, bajo el disfraz de la crisis, permite que se discrimine y se ningunee con una desfachatez vergonzante obras de interés histórico y estético. Estamos condicionados por gentes dadas a la estulticia, por sectarios, que prefieren lo foráneo, sin razones evidentes, en detrimento de lo nuestro, menospreciando el sentido plural de la realidad de la cultura y nuestra historia. No estoy defendiendo ningún nacionalismo, ni chauvinismo alguno, sino exigiendo que se mantenga una pluralidad que promocione el arte sin dogmatismos ni complejos de sociedad colonizada. Claro que es oportuna esta exhibición en Sevilla, como lo hubiera sido también en Madrid, donde Pepi Sánchez vivió cincuenta y cinco años. Tomás Paredes, Presidente Asociación Española de Críticos de Arte/AICA Spain
La Exposición Retrospectiva: PEPI SÁNCHEZ (Sevilla 1929 - Madrid 2012), LA DAMA ENTRE DUENDES, recoge la producción artística de casi 70 años de trabajo de esta singular pintora sevillana, que entró en la Facultad de Bellas Artes de Sevilla con 12 años gracias a una dispensa especial y tiene en la pintura sobre piedra su principal aportación. La muestra recoge un repertorio de pinturas que se centran en su personal obra madura, iniciada en 1960, si bien recogen también parte de su periodo formativo y de tanteos de estilo. Un hacer perseverante y continuado que nos ha deparado una serie de imágenes que fusionan modernidad y tradición y pueden encuadrarse dentro del surrealismo, un surrealismo pasado por el tamiz de su atención al mundo de los niños y la mujer, dotando a sus obras no solo de perplejidad y magia, sino también de inocencia y belleza.
Exposición. 17 dic de 2024 - 16 mar de 2025 / Museo Picasso Málaga / Málaga, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España