Descripción de la Exposición
SÓLIDOS QUE FLUYEN, PETAFLOPS DE PURA VIGILIA SOBRE LA OBRA DE SANTIAGO DELFINO
“La mirada fría no se distingue por la infravaloración sino que trata de ver las cosas como son, so pena de perder el propio sentido de la medida. La mirada fría disuelve los sentimientos y las palabras engañosas, quiere ver en su desnudez el yo, la separación, el impulso, pero no desmenuzados ni seccionados”.
Ernst Bloch, Contacto de la Función Utópica con el Interés / Principio Esperanza (p. 188).
“Al quemarla, no había eliminado la carne que amaba, sino que la había sublimado por demolición, como ocurre con las ruinas románticas”. Jorge Barón Biza, El Desierto y Su Semilla.
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(Garganta de sala dimerizada favoreciéndose más los planos de confianza que aquellos facilitadores de visa a polizones necrofacéticos).
2
Cuando voy a conocer la casa-taller de Santiago Delfino imagino un galpón con plétora de cachivaches pre-escultorizables propios del Contemporary Art, sorprendiéndome que su ámbito de creación y producción tenga tanto de prolijo enclave para una clase media ilustrada (living con piano, estante para la Historia Universal de Oncken y la Oxford Enciclopedy of the Classical World, included).
A Libero Badii le gustaba hablar de su Almataller y en el caso de Delfino me atrevo a decir que detrás de su catapulta hay muchas horas de Living-Taller e incluso Jardín- Factoría. Esa poca distancia de la parrilla familiar que, con ayuda de un hermano ingeniero y evidente beneplácito de progenitores consagrados a la química que el artista ha fundido la canilla bigger than life que veremos en el primer piso de la galería. El domingo en que conozco a Santiago la pieza más grande en este show (a verse en la salita de fondo) está realizándose en una antigua casa chorizo apenitas ubicada cruzando la calle El Zonda desde el Living-Taller.
Lo primero que creo detectar en la actividad de Delfino es una acentuada veta de continuidad y contigüidad, una renuncia al portazo disruptivo dentro del linaje que puede tocar la octava de superposición entre mundo doméstico y nodo de emanaciones sígnicas. Estudiar su modo de emisión nos obliga a busca infra-leves a nivel de la familia nuclear.
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En el caso de Delfino la relación entre idea y trabajo quiere presentarse sin mediaciones o delegaciones (el mismo ser humano que diseña es el que hará los moldes, fundirá el metal, supervisará la instalación, etc.).
Hay derecho a pensar en lo que ha sido el taller original de Edison o Henry Ford o tal vez los hermanos Wright cuando quieren ganarle la carrera por el primer aeroplano al profesor Langley, que todas las tiene a su favor en términos de respeto y financiación. Y en algún lugar empezó Willy Wonka (Tim Burton style) cuando confiaba todavía en que no le serían robadas las ¡patentes del helado inderretible! Esta escala de “primer salto” es más aplicable a Delfino que la de un Tony Stark, un Elon Musk o incluso la del artistejo emprendedorista partero de dioramas para califatos.
4
Delfino ha observado con persistencia a artistas como
Constantin Brancusi o Martin Puryear; gente del riñón de
la escultura “tradicional”. Nombres que remiten al artesano
competente, self-conscious, alguien que no hace
“instalaciones”, “ensamblajes” o “activaciones” y considera
que su honesto trabajo puede no necesitar más que
la instauración de un volumen interesante que se abre
paso a través de su propia energía óptico-material en un
espacio dado… Y no poca es tal tarea cuando se la quiere
llevar a feliz término. Bien que la trabazón puramente
óptica no colma el estómago de Delfino. Lo atestiguan
las rebabitas de la gran canilla, firmas hirvientes congelada
a su vez.
4.1
Hechos explícitos estos links podría pensarse que Delfino
hizo escalas de su formación en alguna disciplina
“tradicional” de las Bellas Artes pero hete aquí que estudió
Digitalización de Imágenes en el IUNA. Claro que por
su edad (nuestro artista hace su Entrada en la Temporalidad
en New Haven en 1986) lo “tradicional-académico”
de su generación podría quizás estar más cerca de la
doma de pixeles y lo “aventurado” en lo otro, en la fenomenología
del unplugged y la pastosa tenacidad del
recuerdo sin backupear invocado mediante capas y
capas de pintura antióxido.
5
En Delfino hay cierto subtexto ligado a la condición de
clase media en una región periférica. En sus propuestas
no aparece el pathos y urgencia del explotado ni la nonchalance
del explotador eternamente distraído. Pero
tampoco se recurre al regodeo en la migraña o el escapismo
barroquizante tan propio de esa clase que ni sufre
del todo ni disfruta del todo. Con Delfino estamos en una
región de angulaciones discretas; vía ascética de un
racionalismo sin mezquindad o retumbes espejados de
un “¡Eh, aquí estoy, mírenme!”. Un racionalismo que
tantea como pezuña de mula en la alta montaña.
5.1
Delfino no quiere saltearse por aquella figura que se la
pasa planchando en los bailes de artistas; la Normalidad.
Aquello que debemos (¿deberíamos?) tener en común
para que todo funcione. O funcione un mínimo de realidad,
esa descarada extorsionadora de consenso que no
se rebaja a pedirle lo mismo a todos. No se puede ser
invisible desde cualquier punto.
6
Suelo preguntar a los artistas qué música escuchan,
esperanza de encontrar allí algún atajo; en la breve lista
de Delfino me llamó la sociedad de Jaco Pastorius y
John Maus. Toda una épica de los tonos bajos. Nuestro
artista toca el bajo, de modo ocasional.
7
Delfino nos muestra entidades completas o apenas alteradas
con sugerencia de completamiento, tuberías
netas que canalizan la arena y la discontinúan (como
hace la canilla con el agua); no flirtea con el povera ni
adscribe a alguna cepa de volquetismo bendecido por
las curadurías hegemónicas. No tritura; acomoda. No
vandaliza; oblitera y cancela.
8
Estratigrafía desplegada y encolada; baldosas, mesas,
reloj, nada captado y teñido, todo vaciado desde los
originales y pintado, algo de las ruinas de Pompeya o
Epecuén, de locación sorprendida por el rayo de la
muerte en un hiato de su plena actividad. Y la reconstrucción
no está cómodamente aerosoleada, hay resabios
pictóricos, sectores donde huellas de pinceladas
son claramente visibles.
9
La arena que verán está muy lejos de aquella donde se
apoya una lánguida espalda tatuada, no es aquella de
una playa en vacaciones, es la arena ya cargada en el
camión volcador entrando a la tolva para transformarse
en algo distinto a ella misma.
Un acorde de bajo loopeado deviene música de las esferas,
petaflops de pura actividad que nos recuerdan que
no hay otra opción que la de trabajar: la herencia es un
error de cálculo y las vacaciones, apenas una captura de
pantalla.
Lux Lindner
Buenos Aires, 2019.
art.mirandabosch.com
MIRANDA BOSCH
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Buenos Aires, Argentina
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