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¿Y la fotografía? La fotografía entendida como imagen es el único medio de que disponemos para detener y retener la realidad exterior, para eternizar lugares, personas, sucesos, y hasta sentimientos. Cuando Cartier Bresson fotografía al muchacho que viene de la compra con las dos botellas de vino y éste muestra su satisfacción ante los amigos, el fotógrafo, testigo del hecho, nos transmite ... magistralmente ese sentimiento; pero es el sentimiento que ve en el otro, no es el suyo propio. En esta capacidad encuentro el valor de la fotografía, en que milagrosamente nos perpetúa unas imágenes que de otro modo se perderían. Que podamos ver hoy la expresión del rostro de Delacroix, que nos sea posible recordar a nuestro padre cuando llegaba a casa montado en su motocicleta, o ver esas calles de los barrios de París de finales del pasado siglo fotografiadas por Atget, eso es para mí lo más valioso de la fotografía.

Al hilo de esta cuestión creo que la fotografía únicamente tiene sentido y merece hacerse cuando se hace como retrato. Y, claro, sólo merece ser fotografiada la presencia humana, su huella, ya que, obedeciendo a este interés fundamental de la fotografía, sólo la señal externa, única e irrepetible de lo humano, debe ser perpetuada. Me da igual ver una fotografía hecha ahora, o hecha hace ciento cincuenta años, en la que la copa de un ciprés cualquiera se recorta sobre un cielo nuboso cualquiera; un ciprés seguirá recortándose sobre ese cielo eternamente, siempre será igual, en cambio, nunca volverá a ser, nunca sucederá de nuevo la cara de Delacroix.

Juan Ballester