Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- 'Por el camino, yo me entretengo.' Camarón de la Isla Un cortejo en el aire. Un arco iris móvil. Una ráfaga de instinto animal atravesando el cielo. Decenas de palomos, caracterizados por los colores que los distinguen y que sus dueños les confieren, con un único objetivo: agasajar a una paloma. Una competición de amor. El árbitro marca el inicio y la hembra comienza a volar. Ella se va deteniendo. Donde quiere. Fundamentalmente en la rama de algún árbol. Pero también puede ser en el balcón de cualquier casa. O sobre una tapia. Y cada vez que lo hace, el árbitro anota quién está junto a ella, que será quien promulgará el ganador con un solo gesto: permaneciendo el máximo tiempo junto al afortunado. Y bajo ellos, la expectación humana. El orgullo de sus propietarios. El deseo de los colombaires. La esperanza de quien siente una extensión suya en el cielo. Otro instinto animal, primario y competitivo. La supremacía de un macho. El triunfo del más fuerte. La afición por los palomos comprende desde los concursos de belleza de sus ejemplares hasta las vertientes de competición deportiva como la descrita. Curiosamente, la colombicultura es tan representativa del levante español como desconocida tan sólo a unos kilómetros hacia el interior de los pueblos donde se practica. Por lo sorprendente de su despliegue (los palomistas se adentran en cualquier espacio ocupado por las aves y las persiguen a toda prisa en sus vehículos), la particularidad de los colores que invaden el cielo y la singularidad del concepto, supone todo un espectáculo digno de observar. En esa observación, como algo totalmente ajeno a los colombaires, presenciamos un paisaje de fondo nada esperanzador en el que los palomos parecen suspendidos en un lugar que nos les corresponde y que unidos a la pasión de sus propietarios representan un frente común que desafía al entorno. Colocan en el cielo una prolongación suya, se sienten volar a través de esos ejemplares a los que cuidan con verdadero esmero y a los que confieren simbólicos nombres. Kaká, Verano Azul, Pitbull, Revelación, Versace, Burbujas, Motorola o Ambulancia, son algunos de las denominacioness que los palomistas otorgan a sus esperanzas voladoras. Toda una declaración de intenciones. A Ricardo Cases (Orihuela, 1971) le gusta contar cuentos. Dice que se encuentra las historias, que él nos la busca, sino que aparecen en su camino. Se posan delante de él y esperan a que él las retrate. Ante sus hallazgos, sí busca esos colores que hacen relucir sus imágenes. Trata de poner el ojo donde hay color, 'buscándolo y rechazando lo que no lo tiene'. Coloca su gama cromática ante nosotros haciéndonos abrir mucho los ojos y estar atentos a lo que va a decirnos. El golpe del flash que irrumpe en gran parte de sus instantáneas nos hace abrir aún más los ojos. Sus colores intensos, rotundos y agudos, permanecen en nuestra retina incluso tras cerrarlos, como una luz cegadora que lo invadiera todo pero en technicolor. La selección de sus personajes, el plano en el que los sitúa, el encuadre que dispone y la selección final que articula su discurso posee una certeza tan absoluta que duele. Más allá de lo que Ricardo mira, sobrecoge la manera en que mira. En su retrato de España y sus habitantes ('el español me parece impresionantemente interesante'), ahonda en recursos y temáticas poco evidentes (la caza, la columbicultura, la peluquería de una ciudad dormitorio) para plantearnos la evidencia del ser humano: el deseo y la lucha por ser admitido en su grupo, amar y ser amado. Pero nunca hay un intento de dignificar a los retratados. No es necesario. Son dignos en sí mismos. El fotógrafo así se lo reconoce siendo él mismo uno más, formando parte de ellos y haciendo que lo que nos duele también nos reconforte al hacerlo a su vez nuestro. Como complemento a este cuento volador el autor desarrolla y auto-edita una pieza clave: un libro. Bueno, un cuaderno, una libreta, un 'bloc de secretos' inspirado en el que poseyera su propia madre. Sencillo, rústico, encuadernado con un gusanillo metálico, vuelve a hacer presente la poesía, la delicadeza casi imposible visto el telón de fondo pero existente en los colores, en el respeto por los protagonistas, en la 'paloma al aire'. Y ahí, en el papel, uno acaba de entender el cuento y la intención fotográfica de quien lo narra, el homenaje absoluto del fotógrafo a sus fotografiados. Al colocarnos como espectadores de esta serie fotográfica distinguimos dos conceptos a priori antagónicos. Por un lado, las palomas y sus colores, como símbolos poéticos y metafóricos, y por otro, el instinto animal y humano más rudo y básico. Pero tras el recorrido, percibimos cómo la antítesis se funde en un espacio común que parece vertebrar el conjunto: el juego. El juego de la vida. El juego de la seducción. El juego infantil. El juego y las apuestas. El juego por placer. El juego más competitivo. El juego por y para la vida. Entretenerse por el camino, como dice Camarón, como expresión máxima del disfrute que, por encima de todas las cosas, existe en ese lapso de tiempo que hay entre el nacimiento y la muerte. El gozo del que vuela, del que se siente proyectado bajo el vuelo, del que los fotografía y los acerca a nosotros, y de los que aquí y ahora iniciamos el recorrido por esas imágenes. Hagan juego, señores, que 'la flor de la noche es pa quien la merece'.
Esta serie parte de una llamativa nube de palomos para desplegar, en realidad, un estudio sociológico sobre la experiencia compartida por los organizadores de un encuentro de colombicultura. Se establece para ello un diálogo entre composiciones fotográficas del autor y diversas instalaciones construidas con elementos cedidos por los protagonistas del evento colombófilo. Y todo ello siempre desde la perspectiva de su autor Ricardo Cases, marcado por un profundo interés por lo humano y lo antropológico constituyendo siempre su trabajo fotográfico en los anhelos profundos y universales del ciudadano de la sociedad de masas.
Premio. 09 sep de 2024 - 13 oct de 2024 / Madrid, España
Exposición. 25 sep de 2024 - 10 mar de 2025 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España
Formación. 15 oct de 2024 - 30 jun de 2024 / Museo Nacional Thyssen-Bornemisza / Madrid, España