Con un sutil artificio de rampa de lanzamiento, la fotografía de Leo Tena nos proyecta fuera de toda monótona gravedad cotidiana para instalarnos en una dimensión donde la amistad entre el espacio, la línea, la luz y las hormigas es posible. Donde el artista nos escribe un mensaje que va de rama en rama, para todos.

Ante una fotografía que parece una operación mágica, asombra casi que el fotógrafo decida, con su impecable meticulosidad, seguir un impulso más secreto que procede del instinto. El de un oráculo que en cada cuadro propone una enigmática respuesta a las interrogaciones sobre el poder de las palabras.

Su Arte nace de que todo esté allí, latiendo en el exacto centro del cristal de roca, y cuando su escenografía orienta sus criaturas con la certeza de una ... larga vigilia.

Por eso, creo que hay en esta fotografía el sentimiento de un verdadero encuentro. Los seres que la habitan levantarán sus tiendas y seguirán nuevas aventuras pero cada etapa del viaje será marcada por una estrella fiel que indicará el instante de la duda.