La Sierra de Tramuntana, "la arisca cadena de picos gigantescos" de la cual habla Joan Alcover, es uno de los paisajes más singulares del mundo. De tal forma que es probable que su potencia espectacular, su riqueza, el combate que ejemplifica, derroten a muchos que intenten expresar una experiencia estética que los sacude a fondo. Una experiencia completa, como ha visto Miquel Costa i Llobera, porque abraza la creación, hace surgir el enigma, descubre la belleza: "Luz y sombra, vida y muerte, fuerza y misterio/ grandes abismos, calma espléndida y escollos…/ He aquí el símbolo del Arte, soñador imperio….."

Este paisaje requiere una mirada llena de vigor, ardorosa y energética para ajustarse a sus clamores, al grito que late en los hoyos profundos, en las agrestes peñas, en los rocosos torrentes, en los matorrales que desafían el vendaval. Una mirada que ve en el horizonte algo que corresponde al impulso que ... mueve el pincel y le capta su esencia. Esta rara coincidencia se produce en la obra y la personalidad de Josep Meneses.

Sobre un fondo de cariz impresionista –encontramos los inexcusables Monet, Anglada Camarassa, Mir–, Josep Meneses elabora una gramática personalísima para proyectarla sobre este paisaje indómito. Como un cazador de imágenes, Meneses se precipita sobre los pedazos de geografía que parecen recién emergidos de la profundidad del tiempo, distingue sus contornos, describe su naturaleza, la substantiva, convirtiéndola en un juego de colores del cual nace la forma, le proporciona un marco que la narra y procura al "ojo goloso" –así dice J. V. Foix– de quien contempla la existencia vibrante de un nuevo e imprevisto espectáculo.

La capacidad que tiene Josep Meneses de apoderarse con una velocidad inigualable de aquellos instantes en que la naturaleza, tranquila o inquieta, presenta un rasgo sugerente y plasmarlo al vuelo, es realmente prodigiosa. Y esta inteligencia pictórica, este rayo impetuoso que se aboca sobre el lienzo, argumenta con sus armas sobre el mundo, y se esfuerza a hacer patente una vivencia tan intensa que solo puede expresarse a través del arte.

Que es el único sistema capaz de hacer desbordar la nueva realidad descubierta por el artista, y que se dispone a partir de ahora a esperar a sus poetas.