36 obras elaboradas en pastel y punta de plata sobre papel.

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Esta serie de pinturas que ahora nos presenta el Maestro Aureliano, tienen el encanto de la sencillez, de la claridad. Parece que han nacido sin esfuerzo alguno. Unos cielos, unos árboles, el paisaje pleno de luz o envuelto en brumas, aparentan no tener otra intención que la de mostrarnos el encanto de las cosas en silencio. Pero vistos con atención, sin premuras, sin tiempo, encontramos en ellos la línea invisible, conductora de toda obra de arte, haciéndonos sentir, sus momentos internos, así como los diálogos amorosos ante la naturaleza y también, porqué no decirlo, su angustia, su impotencia ante lo efímero del paisaje. No se puede aprisionar en la punta del lápiz o del pincel, el perfume de la tierra o el viento que susurra a su alrededor.