Descripción de la Exposición
La exposición la componen 34 papeles, un lienzo grande y unas vitrinas con cerámicas españolas de inspiración oceánica de mediados del siglo XX, pura arqueología tiki pop.
Fue originariamente un encargo para una institución en Manila que finalmente no se realizó. Pintada en 2018, había quedado inédita y a falta sólo de los últimos retoques. En 2020 y 2021 empecé a intervenir las piezas con las nuevas claves que utilizo ahora, con muchas capas de tramas y un enfoque menos verosímil. La llamada del festival La Mar de Músicas me da la oportunidad de exponerla en un enclave que considero especialmente apropiado, el Museo Arqueológico de Cartagena, construido sobre una necrópolis romana. Muchos de los tikis que aparecen en la exposición tenían su emplazamiento en los maraes o lugares de enterramiento de los pobladores del Pacífico, frecuentemente cerca de sus viviendas.
Los paisajes que aparecen en esta serie son reales, son lugares que he visitado y fotografiado, como también lo son los tikis, que he ido capturando en los lugares arqueológicos en mis viajes por Hawai, la Polinesia Francesa o Nueva Zelanda, aunque también en las colecciones pacíficas de los museos occidentales (Londres, París, Nueva York) o de capitales bañadas por ese océano (Sidney, Melbourne, Auckland, Wellington, Honolulu). Pero no todos los tikis son tan ‘respetables’, unos cuantos pertenecen a la recreación imaginativa de los mares del Sur hecha por el Tiki Pop, y pertenecen a lugares míticos para los fans de esta corriente como el Mai-Kai de Fort Lauderdale, el Trader Vic’s (Londres y Tokio), o la Tiki Room de la Disneylandia de Orlando. Y no me olvido del Waikiki, el bar polinesio que funcionó en Cartagena hasta el 2001, que seguramente tuvo mucho que ver con mi enganche con esta ensoñación transoceánica del tiki y del que se pueden ver algunas de sus vasos de cócteles en las vitrinas del museo. La exposición empezó llamándose Los tikis del mar, porque continúa y cierra mi anterior serie sobre el Pacífico Los mares del Tiki, pero acabó con este título –Pacíficos– porque no pretende ser una visión real, ni puedo imaginar que haya un sólo Pacífico, uno en el que científicos, antropólogos, geógrafos o sociólogos pudieran ponerse de acuerdo. Así que no me pidan explicaciones si viajan por allí y aquello no se parece en nada a lo que vieron en esta exposición. Y como dicen por allí: Noho me ka hau’oli. Sean felices.