Descripción de la Exposición Pablo Palazuelo fue un artista estudioso y culto, sosegado y preciso, que comenzó su carrera, hoy bien conocida, como pintor, siendo uno de los primeros españoles que abrazó decididamente la abstracción como lenguaje plástico y, también, uno de los primeros pintores abstractos españoles reconocidos por la crítica francesa e internacional durante los primeros años cincuenta del pasado siglo. Su larga carrera como pintor, jalonada de éxitos y reconocimientos, le permitió exponer en vida en numerosas ocasiones, y sin embargo, hay una faceta de su trabajo sobre la que se podía mostrar obra y sobre la que todavía se podía decir algo más sin caer en la repetición: su obra escultórica. La ambición de esta exposición es poder explicar de qué manera Pablo Palazuelo maduró un lenguaje plástico que pasó del plano bidimensional, propio de la pintura, a expandirse en la tridimensionalidad del espacio escultórico. Consolidada su carrera como pintor abstracto, cuando ha destilado ya un lenguaje personal que caracteriza inconfundiblemente su obra, Palazuelo afronta, en una segunda etapa de su vida, la posibilidad de realizar esculturas. Para ello no necesitó aprender un nuevo ofi cio sino que, de manera refl exiva, partiendo de su experiencia como pintor, dotó de volumen y corporeidad a las líneas y planos que conforman sus cuadros. Esa transformación pasó por una serie de facetas que tienen como vehículo generador la práctica continuada e infatigable del dibujo. En la obra de Palazuelo el dibujo constituye la raíz de su pensamiento plástico; de él surgen las líneas, los planos, las fi guras y los ritmos que, investidos de color, se convierten en pinturas, pero que, silueteados sobre el propio papel o sobre fi nas chapas de zinc, latón y aluminio permiten, por medio de sencillos pliegues, expandirse en el espacio cobrando tridimensionalidad, que es una de las cualidades propias de la escultura. En esta exposición se muestra cómo los dibujos confi guran siluetas que se transforman, por medio de simples pliegues, en formas volumétricas y cómo éstas, al ser materializadas en gruesos chapones de acero o de aluminio, terminan siendo unas imponentes esculturas. La aventura escultórica de Palazuelo comenzó cuando en el verano de 1954 intentó realizar una 'escultura cubista' que denominó Ascendente. Después pasaron muchos años hasta que, hacia 1962, siguiendo la evolución de su pintura, empezó a recortar los dibujos con tijeras sobre fi nas chapas de zinc, latón y aluminio, con las que comenzó a dar alas a sus planos dibujados y apresados en el papel. Cuando en los años sesenta retomó Palazuelo la idea de realizar esculturas, había renunciado ya a la masa y a la voluntad de generar volúmenes encerrados en el interior de un contorno. A fi nales de la década de 1960 la geometría básica sobre la que determina las formas que aparecen en sus pinturas ha aceptado el mundo de las curvas y el de las líneas divergentes. Los polígonos han redondeado sus ángulos y se han convertido en fi guras de bordes suaves. Las primeras chapas de zinc, latón y aluminio recortadas tienen esas formas que van a originar después las esculturas aladas, como Sueño de vuelo (1977). Sus esculturas, de los años ochenta en adelante, surgen como consecuencia del reiterado trabajo de plegar y desplegar planos, de expandir superfi cies, de hacer crecer alas, de buscar movimientos ascendentes. Entonces comienza a realizar obras, no solo de mayor envergadura y racionalidad geométrica, sino con la clara voluntad arquitectónica de ser interpretadas como columna, puerta, lugar de cobijo o incluso como laberinto. Las obras escultóricas, sin dejar de ser livianas láminas aladas, logran una apabullante presencia física gracias a un conciso y delicado acabado que se muestra en la regularidad y tersura de sus pliegues y en el preciso silueteado de los cantos de sus planos. Detrás de todas las experiencias artísticas de Pablo Palazuelo hay un anhelo por conseguir la belleza, una belleza apartada de las normas del clasicismo, que corresponde a una sensibilidad moderna, pero que el artista rastreó en los estratos más profundos del pensamiento recurriendo para ello al estudio de la espiritualidad, la alquimia y la psicología profunda, fuentes de las que obtiene los argumentos de su sensibilidad. Para realizar esta exposición se han reunido un total de 93 obras, que se desglosan en 39 dibujos, 26 maquetas y 28 esculturas, procedentes de diferentes instituciones y museos, y que han permitido poner en evidencia estos procesos de ideación y trabajo. En concreto, la mayoría de los dibujos y la totalidad de las maquetas no se habían visto con anterioridad, por lo que resultan ser una absoluta primicia.
Actualidad, 10 oct de 2012
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