Descripción de la Exposición
Over all, una exposición de Hannah Knox
Es muy sencillo: primero desabrocha los botones con cuidado de que no se rompa el hilo que los sujeta. En ocasiones, el ojal es muy pequeño para unos botones tan grandes. Luego, introduce el brazo por una de las mangas, empieza por la derecha si eres diestro, te resultará más cómodo. Después, introduce la izquierda. Por último, vuelve a abrochar los botones. Es mejor empezar de abajo arriba, así se evita que quede alguno cojo, es decir, que no se sitúe a la altura del ojal paralelo. Cuando termines de abrocharlo todo, haz los últimos retoques: alinea las costuras laterales-superiores con tus hombros y da un pequeño tirón al extremo inferior de la prenda. Por último, pasa tus manos varias veces por la superficie para que no quede ninguna arruga.
El gesto cotidiano de vestirnos y desvestirnos es algo aparentemente simple, pero nos habla de cuestiones más complejas y relacionadas con la identidad de las personas. La vestidura es aquello que proporciona una «piel», una apariencia; es lo que mostramos. Pero también es una envoltura, un ocultamiento.
Esa cualidad bisagra, ese «estar entre» lo que se exhibe y lo que se esconde, es hacia donde apuntan algunas de las reflexiones contenidas en las obras de la artista inglesa Hannah Knox en la exposición titulada Over all. Son diez pinturas de diferentes tamaños en las que se representan distintas prendas de ropa usadas para cubrir la parte superior de nuestro cuerpo: algunas camisas, un jersey y una chaqueta. El título hace uso de un término que tiene doble sentido; por un lado, alude a una prenda de ropa concreta, un overall (mono), un atuendo formado por una sola pieza y que cubre de los pies a la cabeza. Y, por otro, es un adverbio que se utiliza para denominar a aquellas cosas que tomamos como un todo, en toda su extensión («en general, total»).
Las pinturas de Knox tienen esa segunda cualidad a las que se refiere el título, son entidades completas, unidades independientes que encierran una historia. Proyecciones materiales (pinturas sobre un soporte) que nos hacen algo visible y nos encaminan hacia una especulación: al mirarlas, nos preguntamos si esas vestimentas en algún momento estuvieron habitadas o si se encuentran preparadas para su uso. Y también quiénes y cuáles son las identidades de esas personas que quizá las hayan albergado o las albergarán.
La artista comenzó a elaborar estas pinturas —entre el género del bodegón y del retrato— en marzo de 2020, durante el primer confinamiento. Un momento en el que de forma generalizada empezamos a prestar más atención a nuestro entorno más cercano, a nuestra cotidianidad, a todos aquellos objetos que teníamos delante y a los que, con el ritmo frenético anterior a la pandemia, no éramos capaces de atender. La transformación de estos elementos (camisas, camisetas, chaquetas…), despojados de su valor de uso original, en otros (pinturas) esconde motivaciones en las que confluyen reflexiones sobre la relación que establecemos con la ropa, en un mundo en el cual la pulsión por consumir y acumular es excesiva; sobre cómo la funcionalidad pasa a un segundo plano cuando se impone el valor estético de las cosas. Es por ello que sus piezas inciden en la idea de lo inane, de la inutilidad, mediante objetos que tienen botones que no se pueden abrochar, bolsillos en los que nada puede guardarse y prendas de ropa que no pueden ser usadas.
La atención prestada a los detalles hace que estas piezas rezumen sensualidad. Y es que Knox, cuya madre era diseñadora, está familiarizada desde muy pequeña con el sector del textil. El uso del color —brillantes tonalidades naranjas, grises plateados o intensos verdes— y el cuidado puesto en los diseños y en los estampados dan como resultado un tratamiento próximo al que ofrece la industria de la moda, tanto en su intención estética como formal.
Las pinturas de Knox, dispuestas en la exposición a modo de instalación, recuerdan a los trampantojos, crean la ilusión de que los objetos representados son reales. Juegos ópticos agudizados, en algunos casos, por la relación que tienen las piezas con sus títulos. Muy significativas son las dos pinturas: Later that day (La Décalomanie) y Early that day (La Décalomanie), cuyo subtítulo ha sido tomado de la obra de René Magritte de 1966, en la que aparecen dos figuras, un hombre y su silueta, precisamente señalando una presencia y una ausencia, como las piezas de Knox. Otros títulos más literales nos señalan lo que estamos viendo, como Work and Leisure o Silver bomber. Por último, encontramos otros que también aluden a la propia artista: All the things I am o Talking to myself.
Blanca del Río, 2022
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