Javier Roz tiene una historia que contar. Y es una historia infinita que, además, podría ser la de cualquiera de nosotros, la de él y la de todos aquellos se han preguntado, en algún momento, ¿hacía donde voy? Tal vez esa pregunta jamás encuentre respuesta y, tal vez, ni siquiera sea necesario; qué más da.
Con lo que tienes y con unas cuantas lecciones del pasado, el futuro se presenta inmenso entre horizontes inalcanzables y momentos que se repiten. Es como si supiéramos qué nos espera y, a la vez, no tuviéramos ni idea.
Viendo las piezas que Javier nos presenta en esta “OSCURA LADERA LUMINOSA” me pregunto si nos está alertando sobre un peligro, si nos protege de la memoria o si nos alienta a ser todas las cosas y ninguna a la vez.
El mensaje, en este caso el suyo (y teniendo el placer de haber compartido con él emociones y...conversaciones) me arriesgaría a definirlo como el de un Heráclito moderno que nos repite, sin descanso, que la única constante en la vida es el movimiento.
Javier tiene la capacidad de cuestionarlo todo sin despistarse del presente, sin perder detalle y sin detenerse, porque lo importante en toda historia es aquello que se cuenta: ni el principio ni el final.
Roy Laguna. Director artístico LCAmálaga
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OSCURA LADERA LUMINOSA
Apertura.
El cielo es muy oscuro, casi negro, con múltiples matices. Las nubes pasan fugaces. El suelo blanco, la luz plana apenas crea sombras ¿la superficie de la luna? ¿un ficticio escenario?
Recorres con la mirada como se extiende el paisaje, ya has estado aquí y allá pero aún las posiblidades son infinitas.
No hay camino, tú eres la brújula y el mapa aún tiene muchas zonas en blanco, eres un explorador en constante búsqueda.
Tus herramientas son modestas; las propias de un pintor y también la poesía. Necesitas la metáfora para entender el mundo y las veladuras para desarmarlo.
Tanteas.
En este paisaje bipolar todo sugiere a la vez la condición de fugaz y estático, efímero y constante, partes indisolubles de una sola realidad, como las dos laderas, la oscura y la luminosa, de una misma montaña.
Oscura ladera luminosa.
El río del tiempo transcurre lechoso. Las pequeñas cosas, imperfectas, impermanentes y transitorias sen mueven. Las grandes, inabarcables, inasibles, aparentan ser constantes pero, en una escala no humana, son también igualmente fugaces.
Todas maravillan.
«Tempus fugit, sicut nubes, quasi naves, velut umbra» (El tiempo se escapa como una nube, como las naves, como una sombra)
Javier Roz. Septiembre 2021
Entrada actualizada el el 18 nov de 2021
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