Es en ese espacio indefinido, cuando la práctica convierte en artista al sujeto que la realiza y al objeto en obra, donde se pueden rastrear los rasgos propios e intransferibles de una producción. Esa prolongada ascensión que realiza un artista y el velo indicado por Read, no sólo señalan su extrema complejidad y compromiso, sino también son la clave para poder comprender las búsquedas y hallazgos que nos proponen realizadores como Mónica Ostchega.

Esa mirada al frente de Ostchega, que casi paradójicamente pareciera negar en un sutil dibujo titulado -sin ver- implica también la honestidad con la que encara su propuesta artística. Ver, pareciera decirnos, es un estado de conciencia y todo lo visible, si no está impregnado por nuestras miradas, es mero acontecer.

Mónica Ostchega nos implica con ese mirar comprometido con ... los paisajes, con los cuerpos y con las cosas de manera que no las ignoremos jamás, pareciera que sus propios recuerdos y sus propias experiencias vitales - me gustan los palitos, los patios, el mate y el amor en plena tarde-sólo pueden tener existencia cuando pueden mutarse en recuerdos compartidos con las otras miradas.

Abre así una propuesta múltiple, por medio de series, polípticos y variadas técnicas como el dibujo, el collage y el óleo.Esa diversidad tensa y amplifica el campo de los sentidos y otorga a su obra un personal carácter de inventario con el cual se interroga así misma y al mundo.