Descripción de la Exposición ------------------------------------------------------- ------------------------------------------------------- Las fotografías, 107 imágenes en blanco y negro, que componen esta exposición - recogidas también en un libro-catálogo editado por Francis Boutle Publishers, Londres-, han permanecido ocultas durante décadas en las profundidades de la Lubianka, la sede de la policía secreta en el corazón de Moscú.
Fotografías de la Memorial Society (Moscú), David King Collection (Londres) y Reinhard Schultz (Berlín). Una producción del Centro Andaluz de la Fotografía.
David King, impulsor, coleccionista, investigador, comisario y recopilador de esta colección, señala en la introducción del catálogo, “Ordinary Citizens”, los acontecimientos decisivos que condujeron a la tiranía de la policía secreta y a su terrible impacto sobre el pueblo soviético. Las fotografías proceden mayoritariamente de su inmenso archivo, donde se documenta la historia de la Unión Soviética. Ha producido y diseñado numerosos libros de temática soviética, entre ellos una biografía fotográfica de Liev Trotski y The Commissar Vanishes: The Falsification of Photographs and Art in Stalin’s Russia. Fue editor de arte del dominical Sunday Times de 1965 a 1975. Reside en Londres.
Las fotografías de las víctimas se acompañan con datos básicos de la vida de la persona en cuestión y los cargos que se le imputaron. Son pequeñas, tamaño carné, y están pegadas a la cartulina gris de la NKVD, en formatos estarcidos y sellados con dígitos, nombres y fechas. Todo figura en orden alfabético. A diferencia de las reseñas policiales de Occidente, se realizaron con luz natural, cuyo tiempo de exposición más prolongado propició que los sujetos mostrasen toda una gama de expresiones: temor, ira, desafío, desprecio o simplemente una inmensa tristeza. Hay quienes, incluso, sonríen a la cámara. Es una macabra ironía que la mirada letal de la policía secreta pudiese haber creado retratos tan sensibles.
La reaparición de estos “ciudadanos corrientes”, cara a cara con sus denunciantes y en los umbrales de la muerte, debería servir de denuncia simbólica, no sólo del estalinismo y de la extinta Unión Soviética, sino de todos aquellos países que dictan sentencia sobre las vidas de sus ciudadanos imponiendo la pena capital.