Descripción de la Exposición ¿Qué intenta comunicar el pintor con su obra?, ¿lo que ven sus ojos?, ¿lo que siente?, ¿lo que imagina?, ¿lo que sueña?, ¿acaso un mundo interior inaprensible como una nebulosa en formación?, ¿o acaso un lecho cubierto por un tapiz entretejido de sensaciones, entre la “realidad y el deseo”, como dice el poeta?.
La propia artista ha debido formularse esas mismas o parecidas preguntas, a juzgar por las palabras que escribió con motivo de otra exposición anterior: “no sé si mi obra tendría cabida dentro del expresionismo abstracto” y añadió: “no busco la abstracción total, pues mis temas están basados en lo cotidiano, intentando dar a esta cotidianeidad los efectos mágicos del color”.
Estas palabras reflejan, ya de por sí, un modo tan original de acometer la creación artística, que la dotan de una personalidad propia y distinta, que no admite parangón, ni permite encasillarla en ningún otro grupo pictórico más o menos conocido.
Naturalmente, esa cotidianeidad hace acto de presencia en el interland del lienzo, dejando ciertas pistas, ciertos rasgos o vestigios con vocación figurativa, como si quisiera recordarnos su naturaleza primaria de fuente pictórica, que la psique de la artista transforma en la realidad del cuadro.
Se nos sugiere así la evocación de un rostro, o algún que otro asomo de escorzo de vida y movimiento, como si una mano invisible levantase la mano del velo, en homenaje al poder creativo de la autora.
He aquí una exposición importante, por encima de cánones conocidos, difícilmente clasificable; una obra fuera de serie, muy lejos de la mediocridad imperante, cuyos títulos ayudarán a profundizar en la madurez artística y técnica de una autora dotada de tan acusada y original sensibilidad.
Sin duda que una obra de tal calibre, con el generoso caudal de emociones estéticas que de ella emana, no podrá nunca pasar desapercibida.