Descripción de la Exposición
El Museo Zenú de Arte Contemporáneo MUZAC de Montería inicia su ciclo de exhibiciones IN-SINÚ-ARTE 2016, con la exposición “Olga Gómez o libre albedrío” de la artista monteriana Olga Gómez. La muestra se inauguró el pasado jueves 3 de marzo a las 6:30 p.m. en el Auditorio de la Ronda del Sinú. Avenida Primera con Calle 26. Montería, Córdoba. La muestra estará abierta al público hasta el 19 de marzo.
Olga Gómez ó el libre albedrío:
Si en la obra de un artista se destacan testimonios, contenidos, sentimientos y sobre todo, una actitud particular por encima de las múltiples habilidades técnicas que posea y que en la actualidad proliferan como apoyos y medios válidos para los procesos creativos, si constatamos en su producción una intención por visualizar o asumir otras perspectivas que develen realidades desapercibidas con el objeto de hacer una crítica directa o de lograr representaciones problemáticas de nuestra idiosincrasia por encima de intereses exclusivamente estéticos o decorativos, ubicados dentro de categorías de aceptación y valoración ya establecidas, estamos sin lugar a dudas, frente a una propuesta de expresión claramente posmoderna, riesgosa en sus posibilidades de clasificación y catalogación, y posiblemente más cercana a experimentaciones contemporáneas carentes de afanes individualistas, sempiternos y protagónicos.
Así mismo, cuando se es consciente del arte como un acto fundamentalmente creativo para el cual se requiere de un talento afinado al lado de una fundamentación intelectual; cuando se dispone del conocimiento, la información y la sensibilidad en tanto dispositivos básicos, capaces de igualar estéticamente desechos sintéticos y basuras industriales seleccionados como soportes – cartones, maderas y óleo; fieltro, tallas, fibras y esmaltes; bisuterías, blondas o artesanías-; en fin, cuando aunado a lo anterior el artista se apropia de documentos históricos, cartográficos, estadísticos, iconográficos y publicitarios, él, el artista, puede ubicarse críticamente frente a una amplia gama de ricas posibilidades visuales, las cuales terminan concretándose, en la mayoría de los casos, en acertadas soluciones estéticas.
Si además de todo lo anterior, se suman una personalidad y unas singulares circunstancias existenciales como las de la monteriana Olga Gómez (1944), estamos frente a un espacio determinante y propicio para una expresión artística relevante, cargada de agudeza, crítica, gozo, humor e ironía. Si bien Olga Gómez realiza estudios desde su infancia en Bogotá, Londres y México sin conexión estricta con la academia, es precisamente, inmersa en la cultura de este último país, donde se ejercita y se acerca a las ricas manifestaciones tradicionales, y en especial al arte popular y primitivo que le son familiares, afines y con los cuales logra un alto grado de identificación.
En efecto, en muchos de sus procesos creativos tanto individuales como colectivos, se distinguen ingredientes personales y otros de origen ancestral, manejados con gusto y solvencia estética, unas veces con mesura, otras con sobrada exageración, acordes con su temperamento independiente y una postura nada sumisa frente al mundo. Así pues, la producción artística de Olga Gómez, tardíamente realizada, se logra más por un profundo interés personal y por una sed de autoformación tamizados por sus más de setenta años de edad y por una necesidad impostergable de expresarse y comunicarse, lo cual le confiere a la totalidad de su obra coherencia, frescura y una insolencia casi maravillosas.
No deja de ser significativo, que varias de sus obras se hayan expuesto en espacios reconocidos por sus rigurosos criterios de selección como el Museo de Arte del Banco de la República- Imagen Regional-, o los itinerantes Salones Regionales y Nacionales del Ministerio de Cultura en múltiples sitios de las capitales del país. Obras como “Do Wabura Dai Bia Ozhirada” o “Adiós Río que tanto bien nos hiciste” – creación colectiva, realizada con jaulas y depósitos para pájaros a manera de contenedores de gran variedad de artículos y desechos en el 2012-, es un inventario para la memoria colectiva, un archivo sin garantías de futuro, un ritual de simbologías de pérdidas. Otras realizaciones individuales como “Procesos/Modus Vivendi”del 2014, también a manera de instalación, utilizando cartografías, textos históricos, representaciones blandas tridimensionales de las estructuras sociales y políticas y planos del trazado urbano actual de su ciudad, dan cuenta de su obstinada actitud frente a la manualidad y el arte, de su posición radical ante la historia y las realidades locales del presente; en ambos casos, se trata de piezas elaboradas minuciosamente y cargadas de conciencia frente a un desarrollismo autodestructivo.
En la ubicación y características del ámbito vivencial de Gómez, se develan su resistencia ante las dinámicas globales del esnobismo y a los consabidos paradigmas del progreso. En el sector llamado Urbina cerca de la vieja Montería, ya con los síntomas de contaminación propios del crecimiento desordenado en los conglomerados urbanos del tercer mundo; de manera espontánea e improvisada, construye y acondiciona tanto para vivir como para crear. Allí no existen separaciones entre los múltiples oficios de taller, de técnicas para su producción artística y los mil vericuetos de la vida misma, dando como resultado una muy personal morada, reflejo de su mundo interior y de sus convicciones con relación a la naturaleza, la belleza y lo esencial. Allí también, obras como “La tribu errante”, “A volar patos…”, “Viacrucis”, “As-Altar”, “El loco del pueblo”, “Requiem”, “Maldeojo-Kapuniá/Chipaimá”, “Mojigangas”, entre muchas otras; fueron elaboradas y han estado expuesta sin ninguna otra pretensión que la de existir con armonía e integridad.
Cristo Hoyos
Curador MUZAC
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