Tadashi Ohnuma lleva cerca de cuarenta años viviendo en Toledo, ciudad de la que se nutre para muchas de sus composiciones. En la colección que lleva a Benacazón nos presenta un Toledo que nace de una paleta de colores extensa y luminosa.

Los puentes, las calles y las panorámicas emergen del lienzo con un halo de misticismo justificado por las brumas, los juegos de luces solares o el fino manto de musgo que envuelve la ciudad. Y es que, como indica el profesor de Julián Santos Guerrero en la presentación de la exposición, Ohnuma "se afana en conquistar la otra orilla de su arte, desborda los límites de la pintura".

"Los cuadros de Ohnuma nos llevan más allá del ojo y de lo visual", no en vano, en sus obras de naturalezas muertas, ... de una grieta de la pared puede surgir una minúscula ciudad o un rostro desdibujado de la piel de una naranja o entre los pliegues de un mantel. Fantasías enmarcadas en un trazo tan profundamente realista que nos permite imaginar el suave tacto de "Las ciruelas de Olías" o el aroma de "Los Romeros".

La pintura de Ohnuma es, en definitiva, sugerente en el fondo y en la forma. Un artista que lleva en su trayectoria multitud de exposiciones en Salas españolas y también de su Japón natal, especialmente en Tokio y Nara.