…Una renacida pintora fiel a sus orígenes; las flores, los paisajes, los bodegones, pero como ella, cada vez más fuertes, más seguros, más brillantes.

Depurando líneas, perdiendo realismo e inventando un mundo lleno de color. Los pueblos y los parques no son verdes y ocres, son morados, rosas, naranjas, los adoquines de carmesí y verde esmeralda, el trazo mucho más firme, ágil y rápido, casi un impulso..

Ahora para la pintora el mundo empieza a ser azul, fuerte como su mar de Algeciras. Casi todo lo bello es azul; el planeta Tierra, los ojos de Paul Newman, el príncipe de los cuentos, la sangre del Rey Arturo, la hora mágica del atardecer, el Danubio de los valses y el cielo que presta su color al mar que veo desde mi privilegiada atalaya en Sotogrande, donde escribo estas líneas.

Querida Teresa, en tu obra hay una evolución imparable…