Descripción de la Exposición
Hace dos años presentamos la pintura La Horrible Mujer Castigadora, una obra seminal de Norma Mejía con la cual obtuvo el primer premio del XVII Salón de Artistas Colombianos. La presencia de esta pieza fechada en 1965 y que en esa ocasión cumplía sus primeros cincuenta años sirvió de expectativa para conocer mejor a este singular artista que hoy podemos apreciar ejemplificado en una serie de propuestas representativas de uno de sus períodos más brillantes.
Norman Mejía nació en Cartagena en 1938 pero fijó su residencia en Barranquilla ciudad donde vivió y trabajó incansablemente hasta su muerte acaecida en el 2012. Dejó unas cinco mil obras de sus distintas etapas siempre preocupado por una figuración simbólica. Él voluntariamente se abstuvo de participar en eventos que dieran visibilidad a su obra y se negó a realizar exhibiciones en museos y galerías. De tal manera que para el público se abrió un amplio paréntesis al no tener contacto directo con su producción. Solo los textos de Marta Traba, las referencias en el Diccionario de Arte Nacional y en la Historia del Arte Colombiano dieron cuenta de su existencia y presencia. Sin embargo su obra potente y expresiva está vigente con su mensaje dramático sobre la condición humana.
En esta ocasión tenemos el privilegio de acercarnos a su trabajo más contestatario y feroz que marca el ímpetu de su estilo peculiar. Enseñamos obras tempranas fechadas en 1963 como Infantita para niñito y sin título. Los trabajos No disparen e Infantarcangelamadre de 1964 y dos obras singulares del año siguiente Miedo a la muerte y los niños y Animal pareja. El cuerpo humano es el punto de partida pero sus partes están esparcidas, amputadas y disgregadas. Una macabra advertencia se desprende de sus imágenes no solo destinadas a chocar sino a producir pavor y conmover en su implacable desasosiego.
Un espíritu iconoclasta surgió en esa década en distintos campos artísticos, la literatura, el teatro, la música, el juicio crítico y los giros drásticos de las artes plásticas anunciaron una nueva era. El Nadaísmo con su poesía y prosa renovó la manera de expresar las ideas, patrocinaron ellos el teatro del absurdo y se comenzaron a escuchar las primeras disonancias en la música. También hubo cine experimental, happening y actos pánicos que desconcertaban al público. Los nadaístas también patrocinaron exhibiciones estéticas y entre los que se unieron a ellos figuran Álvaro Barrios, Pedro Alcántara, Norman Mejía. Estos dos últimos pintaron incluso un cuadro a cuatro manos delante del público como una de las acciones del Festival de Vanguardia que se celebraba en Cali al iniciarse el segundo lustro de la sexta década del siglo XX.
Norman Mejía el trasgresor ofrecía sus figuras desgarradas y sangrantes, todas víctimas no solamente de una violencia física sino moral. La exhibición también la conformaron obras de 1966 como Mujer de gran corazón…o santa; Autorretrato del campeón, del bello en el paisaje; No-Virgen Milagrosa del paisaje con auto presencia; No-Virgen Milagrosa, cuatro veces insinuante, del nuevo paisaje; Autorretrato del campeón, del bello, como hombre en el paisaje; Beso a usted, el pie, en el paisaje; Mujer del nuevo paisaje; Sufriendo en ti mujer, paisaje; El desequilibrio de la horrible mujer castigadora; Sufriendo en ti mujer-paisaje con auto presencia. Trabajos donde se revelan sus grandes obsesiones por la mujer y un misticismo oscilante entre el fervor y lo sacrílego. La manera particular como el pintor apabulla los argumentos y reinventa formas descompuestas, se amplía en su paleta cromática cauta pero nunca pasiva ni complaciente. Al acercarnos a la producción de Norman Mejía después de tantos años de ausencia esperamos que su legado tenga la capacidad de conmover en el mundo convulso y violento que precisamente contribuyó a engendrarlas
MIGUEL GONZÁLEZ
Profesor, curador y crítico de arte.
Miembro de AICA.
Curador Museo Rayo
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España