Descripción de la Exposición
Mañana jueves 25 de marzo, Tiempos Modernos presenta Nordskov (Bosque del Norte), la obra más reciente de Carlos García-Alix. Una serie de pinturas al óleo, realizadas en pleno bosque de Nordskov, y el Fiordo de Ise, en Copenhague, de aire muy intimista, que nos aproxima a la idea romántica del paisaje figurativo. Un trabajo cargado de intensidad y emoción.
Nacido en León y afincado en Madrid desde finales de los años sesenta, comienza a exponer en 1984. Pintor, escritor, cineasta e incansable investigador, Carlos García-Alix es un artista total. Su obra es profundamente narrativa y gira en torno los años 30, una época que le interesa especialmente y que da a todas sus obras una atmósfera cargada del rastro del tiempo. Su especial interés en retratar las grandes metrópolis como Madrid, Berlín, París o Moscú y a sus personajes -tanto en sus trabajos de investigación histórica como en sus cuadros- da paso ahora un nuevo escenario.
Es en el verano de 2019, cuando después de casi treinta años, García-Alix retoma el género del paisaje, tomando como escenario Nordskov, nombre del bosque en la región de Copenhague que da título a la serie de pinturas que presentamos en Tiempos Modernos.
En las propias palabras de Carlos García-Alix: “Descubrirlo en una tarde tormentosa de verano fue un verdadero acontecimiento. Empecé a visitarlo con frecuencia y a diferentes horas. El bosque en verano se presentaba a mis ojos en todo su poder y esplendor. Además de la infinita gama de luces y colores, llamaba mi atención la fisonomía imponente de sus árboles, especialmente los abetos gigantes y los viejos robles. Uno de ellos, llamado “Kongeegen” (Roble del Rey) sigue vivo con una edad estimada entre 1.500 años y 2.000 años y da merecida fama y leyenda a Nordskov”.
Cada obra nos habla del momento, de ese ideal romántico, que García-Alix refleja en el lienzo con una pincelada suelta y dura, casi expresionista. Atardeceres y amaneceres, luces y colores veraniegos que dan paso al invierno: “Toda la sensualidad y plenitud cromática del verano se había transformado en una delicada gama de tierras, negros, grises y verdes azulados. La niebla, la humedad y las ramas desnudas de los árboles daban al paisaje en ocasiones un aspecto de bosque encantado, un paisaje muy en línea con ciertas pinturas de Friedrich”.