Descripción de la Exposición
Ni por la noche todos los gatos son pardos. Por lo menos no en Brasil donde son tantas y tan fuertes las divisiones sociales y las desigualdades de trato, visibilidad y derechos. En un cotidiano tan segregado, hay distinciones claras: voces que comandan y voces que siguen ignoradas. Género, etnia, renta, escolaridad entre innumerables otras categorías, son determinantes de las posibilidades de actuación social y la presencia política de los ciudadanos. La presente exposición de los artistas Raphael Escobar y Jaime Lauriano en el Ateliê397 escancar esa desigualdad operante en la realidad social brasileña, naturalizada en gestos, en el lenguaje y en actos de la política institucional.
Jaime Lauriano viene construyendo un trabajo artístico que se vuelve, en todo momento, hacia el campo de la historia. Su proceso de elaboración, aunque siempre animado por una indignación del presente - de ahí la pertinencia en llamar su trabajo de compromiso -, ocurre por medio de investigaciones a acervos y colecciones, excavaciones hacia el pasado (más lejano o bien próximo) y recolección de datos . Busca registros, fotografías, discursos, estudios, documentos o noticias olvidados o poco elaborados socialmente. Son estos hallazgos que nos permiten ver cómo la naturalización de la injusticia y la violencia son una constante en la historia de nuestro país. Sus obras presentan un escenario al mismo tiempo conocido - ¿Quién no sabe que Brasil fue el último país en abolir la esclavitud? ¿Quién no se acuerda de la masacre de Pinheirinho? - pero asustadizo, revuelta, inaceptable.
Raphael Escobar tiene un modo de trabajo particular: sus obras son a menudo desdoblamientos de investigaciones inmersivas, largas, en determinados contextos, normalmente ligados a la vida urbana, marcadamente en São Paulo. Lo que el artista parece buscar son esos lugares que permanecen envueltos en una invisibilidad política y social. Es el caso de la fundación CASA - Centro de Atención Socioeducativa al Adolescente, donde el artista trabajó cuando aún era estudiante y también, más recientemente, el caso de la cracolândia, donde trabajó en una organización del tercer sector, en contacto directo con los habitantes su modo de " Vida. De esta última inmersión del artista, de su contacto y de las relaciones trabadas en la cracolandia - comprendida, es necesario resaltar, no un espacio físico, sino como una formación social, una colectividad, con sus relaciones internas, sus modos de sociabilidad específicos y los sueños Y demandas de cada individuo - que nacen los presentes trabajos. Mezclados a la vivencia, a la experiencia desnuda, los trabajos guardan con los acontecimientos una proximidad del orden del documental. Condensan relatos, escenas, imágenes vividas. Y, por ser tan rentes a la realidad, nos sorprenden, pues deshacen clichés y estereotipos. No muestran personas impotentes, aunque hay allí mucho dolor, un dolor humano con el que podemos fácilmente identificarnos. Los integrantes del Bloque de la piedra - bloque de carnaval organizado por el personal de Craco - saben divertirse, componen sambas, toman la palabra para contar su historia. Ocupando el disputado espacio urbano del centro de la ciudad, son presencias incómodas para los agentes de la gentrificación. Pero, en sus idas y venidas, siguen driblando a los especuladores de turno, creando una resistencia política muy propia: sin partido, sin movimiento que los represente, sin pauta unificada y sin liderazgos.
Es fácil percibir cómo Jaime y Escobar, aunque tienen procesos de trabajo distintos, tienen una gran afinidad en el direccionamiento de sus producciones. Dentro del arte contemporáneo, ese campo tan afecto a héroes y genios, ellos prefieren revolver el día a día de lo común.
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