Premios / Dotación:
Descripción del Premio
En el año 2019 tendrá lugar la conmemoración de los 990 años del nacimiento del toledano Abū Isḥāq Ibrāhīm ibn Yaḥyā al-Naqqāsh al-Zarqālī, latinizado como Azarquiel, uno de los más importantes astrólogos y geógrafos hispanoárabes cuya fama e influencia se extendió por toda Europa hasta el siglo XVI.
Adaptó las tablas astronómicas hasta entonces en uso a las coordenadas de Toledo, pasando a ser conocidas como «Tablas toledanas». Puede decirse así que Azarquiel convirtió a Toledo en el Greenwich medieval, cuyo meridiano cero hizo coincidir con el de la capital de Almamún.
También inventó la azafea, un instrumento de navegación derivado del astrolabio que no depende de la latitud del observador y permite orientarse en cualquier lugar del mundo, incluyendo los mares y océanos.
De todos los inventos y descubrimientos que abrieron la era de las grandes exploraciones y los imperios oceánicos, probablemente la azafea sea el más importante. Sin una azafea, Colón jamás habría llegado a América, ni Magallanes y Elcano podrían haber dado la primera vuelta al mundo.
Sin ser marino, Azarquiel recalculó correctamente el tamaño del Mar Mediterráneo y el movimiento del afelio terrestre, se dedicó a catalogar estrellas y planetas con gran precisión y creó el primer almanaque (al-manakh); además de determinar en qué día exacto empezaban los meses de varias civilizaciones, así como la posición de los planetas en cualquier día y hora del año, predecía los eclipses de sol y de luna durante los años posteriores.
El almanaque de Azarquiel constituye el fundamento de las Tablas de Toledo y de las Tablas Alfonsinas, y fue traducido al latín por Gerardo de Cremona muchas décadas después de la muerte del ilustre astrónomo. Cuatrocientos años después, Copérnico le citaría manifestando estar en deuda con él. Este fue su legado a toda la humanidad.
El astrónomo toledano construyó una célebre clepsidra a orillas del Tajo, en la que tomó como modelo un reloj que se decía que había existido en la ciudad india de Arín, dotado de un autómata que señalaba las horas del día mediante unos brazos o varillas.
La clepsidra que diseñó Azarquiel también señalaba las horas de la noche y las fases de la Luna. El ingenio alcanzó una gran celebridad en su tiempo y estuvo en funcionamiento hasta medio siglo después de la toma de Toledo.
Azarquiel está considerado uno de los más importantes astrónomos españoles y el eje de la ciencia medieval europea hasta Copérnico y Kepler, por cuyo mérito la Unión Astronómica Internacional otorgó su nombre a uno de los cráteres lunares, junto al de otro insigne toledano, Alfonso X El Sabio.
NOCTURNO
El nocturno es un género pictórico consistente en la representación de escenas o paisajes ambientada en la noche.
Este tipo de cuadros se ha dado prácticamente en todas las épocas y estilos del arte, aunque su práctica tenía la dificultad de su representación veraz a causa de la ausencia de luz, por lo que en numerosas ocasiones se tuvo que recurrir al claroscuro y a los efectos lumínicos procedentes de la luz artificial, mientras que la luz natural debía proceder de la luna o las estrellas.
Para la luz artificial se solían emplear velas, teas, lucernas, candiles, fuegos artificiales o elementos similares, mientras que en tiempos más recientes aparecen las luces de gas o eléctricas, neón o las producidas por faros de coche y similares.
Estos focos de luz pueden ser directos o indirectos, pueden aparecer en el cuadro o iluminar la escena desde fuera.
La gama cromática de estos “nocturnos” suele ser fría.
La noche ha planteado siempre un desafío a los pintores, y más aún a los escultores, que cuestionaron las posibilidades de la oscuridad hasta llegar a convertirse en un tema visual convincente y oficialmente reconocido por la crítica y el público.
Asociada antiguamente a imágenes negativas, como la muerte y el peligro, su representación ha evolucionado en la historia de la pintura y la escultura en un intento por menguar esos terrores, embelleciendo la oscuridad con una luz tranquilizadora y enigmática.
Ciertos estilos artísticos han desarrollado especialmente este tipo de escenas, como el tenebrismo barroco.
Es imprescindible referirse a algunos de los nocturnos más famosos, como son: La ronda de noche (1642), de Rembrandt; El 3 de mayo en Madrid (1813-1814), de Francisco de Goya; o Noche estrellada sobre el Ródano (1888), de Vincent van Gogh.
Algunos autores han sentido una especial predilección por este tipo de obras, como James Abbott, McNeill, Whistler o Frederic Remington.
También fue un recurso muy empleado por los impresionistas y realistas estadounidenses, como John Henry Twachtman, Albert Pinkham Ryder, Frank Tenney Johnson y Edward Hopper.
La Asociación Española de Pintores y Escultores y la Diputación de Toledo quieren aunar esta técnica del “nocturno”, tan adecuada al personaje al que conmemoramos, con la celebración y reconocimiento de un toledano universal, mediante la convocatoria de una muestra de artes plásticas que tendrá lugar en la ciudad de Toledo, en el Centro Cultural San Clemente, perteneciente a la Diputación Provincial de Toledo.
Volver a Toledo, ya que la centenaria entidad ha estado presente en múltiples ocasiones en la capital manchega, significa aportar propuestas y visiones nuevas y espectaculares, siempre distintas, del mundo de la plástica.
Huyendo de las manidas, por repetidas aunque no por magníficas siempre e imponentes, vistas de la ciudad, tan identificativas de su idiosincrasia, queremos centrarnos en su cielo, y en lo que ese mismo cielo supuso para Europa, para todo el mundo hace ya casi 990 años.
El mismo cielo de Toledo que inspiró la impresionante obra de Azarquiel, será el protagonista de una muestra que también es innovadora y va a crear mucha expectación, ya que con esta temática, no se han realizado exposiciones en Europa desde hace décadas.
Estos “nocturnos” buscarán y perseguirán hacer trabajar la imaginación del espectador para que puedan leer y disfrutar las obras, haciendo partícipes a los visitantes de la creación en sí, de su significado, del concepto que tiene la plástica de este género, experimentando las sensaciones que provocan los “nocturnos” y forjando sus propias conclusiones.
Toda esta manera de ver el cielo tan distinta a lo que estamos acostumbrados, es la que dota a esta muestra de un arte totalmente contemporáneo e innovador, que además de usar las tradicionales técnicas artísticas para su creación, las utiliza para llevar las ideas a lo más profundo del espectador y potenciar sus sensaciones del cielo toledano.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España