Descripción de la Exposición En los dibujos de Matías Sánchez, las formas y los colores se distribuyen con la meticulosidad paciente de un cirujano, buscando una pensada espontaneidad compositiva que le sirve para no rasgar más de lo indispensable o enturbiar por encima de lo conveniente. Una mancha pequeña aquí, este tono de ahí abajo más suave, ahora un punto rojo para compensar esa extensión de verde, un volumen en este otro lado, un borrón cuidadosamente descuidado allí, un triángulo apenas visible en esa esquina, unas gotitas chorreadas de amarillo para tapar ese vacío… Cuando se pinta, lo difícil es encontrar el gesto justo, la pincelada voluntaria absolutamente necesaria, el trazo imprescindible que es capaz de pasar desapercibido. La clave de un cuadro bien construido está en el equilibrio, en que no se note ninguna intención ni se perciba ningún propósito. Si algo nos resulta patente, si algo parece que sobra o falta, se evidencia con ese desvelo el artificio y con él la carencia de naturalidad, desmontándose al instante el misterio inexplicable que encierra cualquier planteamiento artístico. …
Fragmento extraído del texto_ Sema D’Acosta: MATÍAS SÁNCHEZ: EL ALQUIMISTA Y LA CALAVERA. 2007
Creo que, a pesar de la fuerza que tienen los personajes -y las historias- que inundan los cuadros de Matías Sánchez, el tema siempre queda subordinado a la pintura, a su modo de pintar. Se podrían establecer dos discursos: el primero emana de la manera en que el cuadro ha sido pintado, que cobra protagonismo hasta convertirse en el tema principal de sus cuadros. En segundo lugar, estaría el discurso de la historia que está contando a través de sus personajes, que sólo adquiere verdadera relevancia y es capaz de comunicar lo que pretende el autor, gracias, precisamente, a su peculiar formalización de la pintura. Es precisamente ese modo de pintar, la calidad de su pintura, lo que hace posible “digerir” y contemplar con cierta delectación, esos tremendos personajes, sus gestos agrios, sus descarnadas escenas porque están pintados con fruición, con amabilidad, como si el óleo con el que describe sus gestos fuera una pomada que ayudara a soportar el dolor y curara las heridas. El cómo están pintados esos personajes hace que aceptemos lo que nos cuentan, por muy tremendo que ello sea. Incluso puede tratarse de una argucia de Matías para que escuchemos sus comentarios sobre la sociedad en la que estamos inmersos. Asusta pensar que pudiéramos tener algo en común con esos personajes, pero lo aceptamos al acercarnos a ellos seducidos por su pintura.
Fragmento extraído del texto_ Ignacio Tovar: MATÍAS SÁNCHEZ: HOJAS DE LAUREL. 2007
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España