Descripción de la Exposición «La chose simplement, d'elle même arrive, comme le jour se fait lorsque la nuit s'en va». VICTOR HUGO La obra de María Antonia Sánchez Escalona es mágica y deslumbrante, como una aparición. No se accede a ella con ojos distraídos. Hay que contemplarla con atención, dejarse atrapar por su embrujo y permitir que poco a poco vaya penetrando en nuestra mirada. Cada pieza tiene un misterio por descifrar. El espectador tiene que ver y también que imaginar. No hay nada superfluo, nada excesivo, tampoco hay nada obvio y cada detalle es parte esencial e indispensable del conjunto. Me cuenta María Antonia que en sus años de aprendizaje, en Madrid, quedó impactada por la belleza de las soberbias esculturas del arte griego y romano pero cuando tuvo que elegir entre escultura y pintura escogió los pinceles para reflejar un mundo al que solo ella tenía acceso. Se dedicó a desnudarse hacia adentro en un ambiente sin tiempo y sin reglas establecidas, con códigos propios, en libertad absoluta para moverse en paisajes poco transitados, habitados por personajes absortos en la contemplación de ese mundo inmaterial. A María Antonia le gusta definirse como una pintora que hace escultura pero a mí me parece que es tan pintora como escultora. Los personajes de sus cuadros son esculturas fundidas en atmósferas mientras que sus esculturas son pinturas que florecen en el espacio. Mas allá de definiciones, lo que esta artista nos muestra en sus pinturas, en sus dibujos y en sus esculturas es su fascinante mundo poético. Dice Eduardo Chillida que un artista no puede ser verdaderamente universal si no tiene claro su lugar de origen. Tras su primera etapa de estudiante y de joven artista en Madrid, María Antonia Sánchez Escalona pasa una larga época en Bruselas. La luz entre tenue y oscura y el ambiente húmedo de la melancólica ciudad le ofrecen el invernadero ideal para el desarrollo de su universo interior y las condiciones favorables para que su trabajo se ilumine con luz propia y sus crisálidas encuentren un buen clima para completar su metamorfosis. En Bruselas crecen sus hijos y germinan sus ideas hasta que, de forma natural, sin buscarlo ni poder evitarlo, como si se tratase de algo que ella sabía desde el principio, regresa a su primer amor, posa los pinceles y se entrega a la escultura. Es en Bruselas donde elige sus materiales: la arcilla y el gres, se familiariza con la técnica y emprende una nueva etapa de su viaje apasionado. Regresa a España, su punto de partida, su lugar de origen. Para su delicado trabajo de alquimista, María Antonia conjura a todos los elementos: la tierra, el agua y el aire para que el fuego sagrado de su horno termine el proceso y convierta el barro en roca y altere colores y texturas. De la manera más natural, como se hace la luz cuando se va la noche, aparecen entonces las Nereidas en Pechón ( Cantabria ), en la orilla que se divisa desde la ventana de su estudio, la artista ve como emergen de la espuma llevando en su piel el poro del coral y de las caracolas, los colores y el aroma de todos los mares y el sonido del eco de las olas. Estas Nereidas de María Antonia son solo aparentemente distantes y estáticas. Son ellas, las que sabedoras de su belleza, eligen la mirada de quienes las contemplan. Gabriel Suau San Juan de Puerto Rico. Agosto de 2012
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España