Descripción de la Exposición
Arthur C. Clarke alguna vez dijo que cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. No estaba equivocado. Los usuarios de la tecnología somos, literalmente, hechiceros: productores de artificios que absorbemos la materia y la energía de nuestro entorno para desplegar un poder sobre éste. Una espada nos otorga la habilidad de cortar la carne del enemigo, un libro extiende nuestra mente y nos conecta con la memoria y los conocimientos resguardados por otros, una poción es un pharmakon capaz de revivificar o envenenar a quien la termina bebiendo. Pero este poder no es siempre gratuito. Como sucede usualmente, puede llegar a consumir y destruir su entorno a la manera de una flama que derrite la cera en una vela. Todos esos minerales compuestos por tierras raras y otros elementos químicos con los que construimos nuestros dispositivos digitales socavan la Tierra a pasos cada vez más acelerados. Estas materias primas son buscadas fervientemente por la industria tecnológica precisamente porque poseen propiedades electromagnéticas privilegiadas, las cuales bien podrían ser consideradas mágicas. Pero no termina ahí. A la minería que carcome la Tierra se le añade la constante y sistemática explotación cognitiva a la que los magos más poderosos nos tienen sometidos dentro del mundo digital paralelo que han logrado montar sobre nuestros dispositivos bajo la promesa de la comunicación instantánea y la trascendencia. Nuestras desktops de hardware o software se convierten en el eterno recordatorio de una muerte lenta: cada vez que nos sentamos frente a nuestro ordenador estamos siendo consumidos por un grupo de nigromantes que se alimentan de nuestro tiempo, energía, trabajo, atención y creatividad hasta dejarnos vacíos con cada clic que damos a efecto de satisfacer alguna pulsión vanidosa previamente diseñada para engancharnos, todo esto hasta el grado de mutar nuestros cuerpos y mentes y convertirnos en creaturas posthumanas con sus propias razas, clases, habilidades y herramientas.
En Necromancer, la primera exhibición individual del artista mexicano en House of Chappaz, Andrew Roberts profundiza en los paralelismos que despliegan la magia y la tecnología. Cada creatura hechicera de la magia y la tecnología se alimenta de distintas modalidades del mana: hay mana ligado a la Tierra y su naturaleza, a la inteligencia y el cálculo, a la violencia y la guerra, a la bondad y el orden, a la muerte y la descomposición… cada tipo representado en estos dibujos por un aura de color diferente. Por su parte, los orcos, goblins, centauros, zombies y demás creaturas sugieren la mutabilidad a la que tiende el humano como resultado de una co-adaptabilidad con cierto carácter del mana, hibridación que se expresa en la forma que adoptan sus extremidades de acuerdo a la ergonomía de las habilidades y herramientas que utilizan. Finalmente, Andrew Roberts presenta también una serie de videos que emulan el estilo de las vanitas donde las desktops de hardware o software operan a su vez como laboratorios de experimentación alquímica, pero también como el eterno recordatorio de una muerte lenta que resulta de esta relación de consumo de recursos cognitivos y materiales con la tecnología.
Comisariado por Cristina Sandoval
Texto por Victor G. García Castañeda
Exposición. 02 dic de 2022 - 27 ene de 2023 / House Of Chappaz / Barcelona, España
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España