Descripción de la Exposición
La palabra alemana “Naturgemälde” podría traducirse aproximadamente como “pintura de la naturaleza” o “cuadros de la naturaleza”, al mismo tiempo que entraña una sensación de unidad o integridad de todo lo que se ve representado. Utilizado este término por el naturalista y geógrafo de principios del XIX Alexander Von Humboldt, hace referencia a sus personalísimos diagramas o mapas dónde trataba de representar todo lo medido en cada una de sus expediciones. En una sola lámina representaba de manera gráfica y condensada todos los datos referentes al estudio de un lugar determinado. Un microcosmos en una página.
Si el cuadro como elemento físico es el territorio que define el paisaje de la pintura, el proceso que la conforma puede contener la naturaleza del lenguaje que construye la pintura. Es en su desarrollo interno donde se construye este lenguaje y da forma a lo que llamamos pintura. Hay que pintar desde esa parte interna. No se puede dibujar una planta si no se actúa al dibujar como ella. Las plantas son perfectas en forma y tamaño y posiblemente nunca han preestablecido su aspecto final. Simplemente se han desarrollado desde su interior.
La pintura es naturaleza y al trabajar desde donde se desarrolla su lenguaje debemos cuidar que la parte racional no invada todo lo que no entendemos. Porque lo que no entendemos es lo único que tiene la posibilidad de enriquecer nuestro conocimiento. La naturaleza no son matemáticas, simplemente aplicamos el modelo matemático para entenderla de una determinada manera.
Afortunadamente el arte nos descubre a cada instante todo lo que nos es posible encerrar en una palabra o en un número. Es una fuente de conocimiento permanente de lo indecible que conforta nuestra naturaleza humana más íntima.
Existe en esta exposición una constante intención de apropiación de la naturaleza. Sutil pero muy precisa. Una apropiación que consiste en un acercamiento extremo. No en un robo. El deseo de estar dentro de lo que amas o quieres conocer. Apretar y presionar hasta comenzar a fundir en los límites físicos que separan y unen.
Esta aproximación está completamente reflejada en la serie de trabajos xilográficos. La madera crea su reflejo sobre el fino papel casi como una imagen lumínica. Algo tan delgado y etéreo que hace que el propio papel en el proceso de estampación se convierta en la epidermis de la madera al ser retirado.
Presencias leves que nos hacen trasladarnos a la sospecha de la ausencia. Huellas que se nos muestran como una exsuvia, la piel abandonada por algunos insectos y reptiles que nos es otra cosa que un preciso dibujo de cómo fueron en un momento determinado.
Como ocurre con la piel abandonada de la serpiente, estamos ante la obviedad física de lo que vemos. Pero también ante un pasado donde lo material contiene y muestra el proceso interno de su desarrollo. En su dibujo tridimensional contiene todo su vacío. Una huella de ausencia que se abre a la capacidad de intuir que aquello que vemos sigue en evolución.
Las obras de la series que he ido titulando anteriormente “El lenguaje” o en este caso “Naturgemälde” son el reflejo exacto del funcionamiento generador de la pintura. Son la piel del pensamiento que contiene el proceso donde se genera y construye el lenguaje de la pintura en un determinado tiempo. Son cuadros gráficos que condensan lo que sucede en el estudio e interrelaciona todos los elementos que allí confluyen en una sola lámina. La idea de ausencia como la toma de decisiones queda fijada. Son mapas dónde la intuición siempre se escabulle ante el intento de medir de la razón.
Nico Munuera 2018.
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