Descripción de la Exposición
La naturaleza es todo lo que no precisa de nosotros para vivir, que, cercana o lejana, calmada o salvaje, verde o seca, se desarrolla sin nuestra presencia, ajena a nuestra cultura y a nuestras necesidades.
En el mundo en el que la mayoría vivimos ya no hay sitio para la naturaleza. El campo se ha convertido en un recuerdo, el paisaje es aquello que vemos por las ventanillas del coche, o del avión cuando viajamos, cerrados herméticamente a un exterior que deseamos y del que, sin embargo, nos alejamos cada día más. La relación con la naturaleza se ha convertido en algo privado. Hay actitudes que unen la estética con los problemas sociales y políticos y, en ese sentido, hacen de la lucha por la recuperación de la naturaleza un acto político, de su representación artística un acto de lucha. En ese sentido hay que darle una nueva lectura al arte político pues sus actuales reivindicaciones son muy diferentes a las de otros tiempos, tanto en formas como en contenidos. Pero de la relación con la naturaleza lo que suele crecer es una muy personal actitud, una forma de expresarse intimista y diversa, pero siempre con unos matices cercanos al lirismo, al romanticismo y algunas veces con una tendencia muy clara hacia un cierto tipo de silencio.
Todas estas acciones están marcadas por el signo de la levedad. Interferir en el devenir de la naturaleza para redescubrirla. Las intervenciones de Eberhard Bosslet requieren el sentido del viaje, del recorrido, del movimiento continuo, del escrutador infatigable y del afán coleccionista para localizar restos de un pasado no lejano que aún mantienen su presencia decrépita. Pérez y Requena realizan cicatrices, escarificaciones en el paisaje, restos de carpintería, trozos de pasamanos, molduras... aparecen incrustados en un tosco islote. Ives Klein con ese famoso gesto simbólico de firmar el cielo, anticipó, en un ensimismamiento, aquello que daría sentido a su arte a partir de ese momento − la búsqueda para alcanzar el lejano lado del infinito. Carlos Matallana con un inmenso azul, convierte el cuadro en signo, el artista construye una forma-cuadro a la que practica un sencillo doblez, generando una tensión, como un rectángulo que había dejado de serlo y que sería, entonces, un cuadro doblado que funciona como un objeto inestable, al estar en medio camino entre un rectángulo roto y una superficie con una fuga en perspectiva.
La luz artificial de Carlos Schwartz rompe y fractura la cotidianidad de las ramas del peral, esa luz, que en el mundo de vida es un elemento más del espacio que habitamos, en sus piezas, sin embargo, aparece como lo extraño, lo que viene de otro lugar, o lo que conduce a otro lugar. Posee un sentido metafísico que trasciende la mera materialidad de las cosas. Una suerte de sublimidad industrial. Las extrañas construcciones de Fernando Martín Godoy nos recuerdan que ya no quedan oasis, lugares seguros donde se pueda oír el silencio y que la naturaleza se desnaturaliza en el arte, se convierte en artificio.
Naturaleza y artificio son realidades estrechamente vinculadas, la naturaleza adquiere forma plástica en calidad de apariencia, y no de reflejo fiel de la realidad.
Exposición. 19 nov de 2024 - 02 mar de 2025 / Museo Nacional del Prado / Madrid, España
Formación. 23 nov de 2024 - 29 nov de 2024 / Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía (MNCARS) / Madrid, España