Miserables criaturas, arrojadas por un momento a la superficie de este montoncito de lodo, ¿está dicho, pues, que la mitad del rebaño deba perseguir a la otra? ¡Oh Hombre!, ¿es a ti a quien corresponde pronunciarse sobre lo que está bien y lo que está mal? ¿Un endeble individuo de tu especie se atreve a asignarle límites a la naturaleza, a decir lo que ella tolera, a anunciar lo que prohíbe? ¡Tú, para quien la más fútil de sus operaciones está todavía por resolver; tú, que no puedes explicar el más ligero de los fenómenos! Defíneme el origen de las leyes del movimiento, de las de la gravitación, desarróllame la esencia de la materia: ¿es inerte o no? Si no se mueve, dime cómo la naturaleza, que jamás esta en reposo, ha podido crear una cosa que esté siempre allí, y si se mueve, si es ella la causa cierta...y legítima de las generaciones y de las alteraciones perpetuas, dime qué es la vida, y pruébame qué es la muerte; dime qué es el aire, razona exactamente sobre sus diferentes efectos, enséñame por qué encuentro conchillas en lo alto de las montañas y ruinas en el fondo del mar. Tú que decides si una cosa es un crimen o si no lo es; tú que haces ahorcar en París por lo que en el Congo merecería un cetro, orienta mis opiniones sobre el curso de los astros, sobre su suspensión, su atracción, su movilidad, su esencia, sus periodos, demuéstrame a Newton más que a Descartes, y a Copérnico más que a Ticho-Brahé, explícame solamente por qué una piedra cae cuando se la lanza desde lo alto, sí, hazme palpable este efecto tan simple y te perdonaré que seas moralista cuando serías mejor como físico. Quieres analizar las leyes de la naturaleza, y tu corazón, ¡tu corazón en el que ellas se graban es en si mismo un enigma cuya solución tú no puedes dar!
Entrada actualizada el el 31 ene de 2021
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