Descripción de la Exposición
“El subconsciente, ¿qué es? ¿Dónde reside? ¿Está dentro de nosotros? ¿Qué forma podemos imaginar que tiene?”. Estas preguntas, escritas por Liliane Tomasko (Zúrich, 1967) a propósito de su trabajo, podrían servir de perfecto prólogo para explicar el origen y la latencia que lo anima. Si en sus primeras obras de finales de los noventa y comienzos del 2000 la escultura, la fotografía instantánea y la pintura de lugares y objetos cotidianos sirvieron a la artista para hablar de la naturaleza humana a través de los estados intermedios de la percepción, en la segunda década de este siglo XXI las formas cada vez más deshechas y desmaterializadas caracterizarán su obra. Tomasko disuelve paulatinamente los contornos de los objetos. Imágenes borrosas, luz y color en unas pinturas acompañadas por elocuentes títulos que nos hablan de sentimientos ocultos, de secretos y de lugares perdidos, preludian su creación última iniciada en 2014. Desde entonces su pintura torna de modo decidido hacia la experimentación y la abstracción. Las líneas y trazos se convierten en elementos estructurales, ocupan un lugar preferente en el cuadro, mientras desplaza a un segundo plano otros efectos expresivos.
A medida que se ha distanciado de la representación directa de los objetos materiales propios del espacio doméstico, su lugar se ha ido ocupando por conceptos absolutos e intangibles como la esperanza, el deseo y los miedos dentro del reino de los sueños. Una forma muy diferente de reflejar la realidad interior de nosotros mismos en lo que la artista llama el “registro de una subjetividad visceral”.
Liliane Tomasko en el CAB. Name me not
Bajo la superficie que conforma el mundo tangible “sabemos que hay algo más, una materia oscura que da forma a nuestras vidas y a nuestras acciones, a nuestras interacciones con el mundo en el que vivimos”, nos dice la autora. Un conjunto de pinturas de gran tamaño, como luminarias expandidas en un paisaje infinito, articularán el recorrido expositivo de la propuesta de Liliane Tomasko en el CAB. Junto a ellas, una serie de pinturas verticales inciden en lo que somos, lo que tenemos, lo que sentimos y lo que queremos; mientras que otro conjunto de obras indaga más decididamente en el mundo de los sueños. Ese recurso al inconsciente sumergido en el sueño, pero también a su parte más emocional y sensible, se resuelve plásticamente en una pintura en la que los trazos desbordan la superficie y semejan un panorama abierto a la estructura interior del pensamiento. “El subconsciente es, como mínimo, una bestia inestable, y no quiere ser razonado ni conquistado, sino que quiere que reconozcamos su existencia y escuchemos su canción, que nos comprometamos con él y le demos voz”, reflexiona Tomasko.
La noche y el sueño asociado a ella surge como un territorio pictórico atravesado por un magma disforme, enmarañado y febril en ocasiones, detenido y expectante en otras. Las líneas generosas que parecen sujetar como una red cuanto sucede en el interior del cuadro semejan un mapa neuronal conectado solo en su parte más irracional. Cada gesto, cada mancha, cada rasguño de las pinturas de Tomasko evidencian nuestros mismos arañazos cerebrales solo desvelados en estados de suspensión mental. “Cada noche tenemos la oportunidad de sumergirnos y conectar con aquello que sabemos que está ahí, pero que elude nuestra necesidad de definir y nombrar, de tomar posesión de ello, de llevarlo al ámbito comunitario que todos compartimos”, precisa Liliane Tomasko.
Aunque en su obra primera la proximidad a la figura era aún perceptible, en los trabajos que Tomasko presenta en el CAB solo es posible construir un relato aproximado tras identificar los títulos asignados a las pinturas. Name me not [“no me nombres”, pero también “no me digas nada”] sugiere un universo umbrío, ambiguo y un punto temeroso que la artista sitúa en el ámbito de lo insondable, de lo cautivo, de un interior que solo es posible mostrar con la fuerza, decisión y dinamismo de una pintura vital y por fuerza trascendente con la que la autora nos interroga: ¿no necesitamos urgentemente abordar la cuestión del yo, de quiénes y qué somos?
Sobre Liliane Tomasko
Liliane Tomasko vive y trabaja en Tappan, Nueva York, y en Königsdorf, Alemania. Estudió en la Camberwell School of Art, en el Chelsea College of Art and Design y finalmente en la Royal Academy of Arts de Londres. Su obra ha sido expuesta por todo el mundo en instituciones y museos: Kunstmuseum Kloster unser lieben Frauen de Magdeburgo (2021); en el Château La Coste, Francia (2019-20); Museo MATE, Lima (2018-19); Rockland Center for the Arts, Nueva York (2018); Kunstwerk: Sammlung Klein, Eberdingen (2017); Fundación Bancaja, Valencia (2016); Lowe Art Museum, Miami (2015); Phoenix Art Museum, Phoenix (2015); Kunsthalle Rostock (2015); IVAM, Valencia, con posterior parada en el Casall Solleric de Palma de Mallorca (2011). En 2017, la Kunsthalle Krems la incluyó en la encuesta fundamental ´Abstract Painting Now´ junto con Gerhard Richter, Katharina Grosse, Charline von Heyl, Christopher Wool y otros.
Un texto de Liliane Tomasko
En el sueño descendemos noche tras noche: nuestros cuerpos descansan mientras una parte de nosotros viaja a la oscuridad del estado alterado de conciencia que es el sueño. Por encima, en la realidad de la vigilia, jugamos nuestras vidas, representando nuestras respectivas historias en un universo físico que somos capaces de manipular pero del que, sin embargo, tenemos un conocimiento muy limitado.
En mi obra siempre he explorado, de un modo u otro, el ámbito doméstico, nuestro entorno inmediato y, en particular, la cama, donde pasamos gran parte de nuestra vida. Si nuestra casa es el interior al que volvemos todos los días para descansar del mundo exterior, el sueño y el ámbito onírico es donde vamos a niveles aún más profundos de nosotros mismos. Es una especie de viaje a nuestro espacio más íntimo, un descenso al almacén de nuestros recuerdos, nuestras esperanzas, miedos y deseos, y la acumulación de nuestras ideas y creencias.
En los sueños, los elementos de la realidad se unen para formar constelaciones que de otro modo serían inimaginables. Creamos nuevas conexiones entre las cosas, el espacio y el tiempo. Hay una sensación de libertad experimental, dominada por lo surrealista y lo paradójico, un alivio de la lógica y la razón que dan forma a las horas de vigilia.
Esta sensación de simultaneidades imposibles se traslada a mis lienzos, a través de un proceso de transformaciones que comienza con una fotografía de una cama deshecha y termina como una pintura abstracta.
Al igual que el protagonista Toru Okada de "Crónica del pájaro que da cuerda" de Murakami, que desciende repetidamente a la oscuridad de un pozo para encontrar pistas sobre los misteriosos acontecimientos que suceden en su vida, los cuadros de "Un sueño de:" hacen uso de la cualidad desarticulada tan típica de nuestros viajes nocturnos, para evocar la poderosa y extraña sensación que un sueño visceral puede dejar tras de sí y perdurar como una presencia, o un regalo, de los bajos fondos de la vida. Lo que me interesa es la conexión que establecemos cuando los sueños entran en la conciencia de la vigilia. Como un puente o un túnel, permite el tráfico y la comunicación entre "arriba" y "abajo".
En la antigua Grecia existía una práctica llamada incubación, por la que las personas que necesitaban orientación espiritual o curación pasaban un largo periodo de tiempo en una cueva oscura o en una cámara sin luz dentro de un templo. Allí permanecían sin el estímulo de la luz del día en sus retinas para crear imágenes y producir los colores que dan forma al mundo tal y como lo vemos durante nuestras horas de vigilia.
El sueño para la mayoría no es más que una necesidad. Sin embargo, tal vez durante esas horas pasadas en este estado casi inconsciente, se ilumina algo que no puede verse en la claridad del día.
© Liliane Tomasko, 2018
Exposición. 31 oct de 2024 - 09 feb de 2025 / Artium - Centro Museo Vasco de Arte Contemporáneo / Vitoria-Gasteiz, Álava, España