Descripción de la Exposición
‘Mujeres fotógrafas. Una historia contada a medias.’ muestra casi medio centenar de obras fotográficas y audiovisuales de nueve artistas españolas de diferentes generaciones que utilizan la fotografía en sus procesos artísticos desde diversas perspectivas: Esther Ferrer, Eva Lootz, Carmen Calvo, Isabel Muñoz, Ouka Leele, Vicky Méndiz, Carla Andrade, Bego Antón y Lua Ribeira.
En palabras de Antonio Molina-Vázquez y Susana Blas, comisarios de la exposición, “ no se trata solo de reivindicar un espacio para el pensamiento y las aportaciones de las mujeres, sino de reconocer que la mirada de las mujeres es también universal y que puede ofrecer a la cultura no solo la visión femenina del mundo, sino la de toda la humanidad”.
La exposición organizada por la Subdirección General de Promoción de las Bellas Artes, permanecerá abierta al público en Estudios de Tabacalera Promoción del Arte del 7 de febrero al 12 de abril de 2020.
La exposición
La muestra analiza cuestiones relativas a la situación de las artistas españolas, a los procesos fotográficos, a las maneras de narrar en un museo o a la evolución de las formas de representación de lo femenino en una sociedad española que vive una época de movilización feminista.
Para la selección de las piezas finales se han valorado tres premisas: que juntas hagan un recorrido histórico a través de distintas generaciones; que cada una de ellas incorpore un enfoque diferente en su manera de entender el hecho fotográfico (conceptual, documental, pictórico, performativo, relacional); y que todas representen el cuerpo femenino.
A pesar de la variedad, enseguida emergen los puntos en común de las artistas: el afán de experimentación, la revisión de los estereotipos femeninos, el análisis y deconstrucción del género retratístico, y el interés por reflejar una subjetividad que trasciende lo individual y se entiende de forma colectiva.
Fotografías y audiovisuales se instalan en las estancias que en su momento fueron los lavabos masculinos de la fábrica de tabacos. En una iluminadora y alegórica coincidencia, las creadoras ‘ocupan’ un espacio tradicionalmente reservado a los hombres. Al mismo tiempo, la atmósfera de los baños también nos remite a la idea de laboratorio fotográfico analógico, donde la imagen fotográfica emergía de la oscuridad como por arte de conjuros y encantamientos.
Las autoras y su obra
El acercamiento de cada una de las artistas al retrato femenino parte de una concepción de la práctica artística diferente. Abordar el retrato es un reto para las mujeres fotógrafas. Pensemos que el retrato canónico femenino encerraba en sí mismo las cadenas de la opresión y transmitía la esencia de la hegemonía patriarcal.
Los autorretratos de Esther Ferrer (1937) se fragmentan, se prolongan a lo largo del tiempo, se laceran, rompiendo así con la idea de identidad inmutable.
En la serie de Eva Lootz (1940) los trenzados de pan sustituyen a los tocados en el peinado femenino… Un inquietante juego estético que es a su vez rebelión política: las manos de las mujeres tejen, cepillan y amasan trenzados…
Carmen Calvo (1950) confiesa su interés por penetrar en la fotografía antigua de retratos. Hace hablar a las fotografías mediante la aplicación, sutil o violenta, según los casos, de elementos pictóricos o escultóricos que desvelan el alma turbada de la obra.
Isabel Muñoz (1951) sitúa lo ancestral en cuerpos nuevos para crear una belleza eterna, que transforma el amuleto en cuerpo y el cuerpo en talismán.
Ouka Leele (1957) transforma el modelo del retrato común mediante una mezcla de técnicas (como la aplicación manual de la acuarela) para «iluminar» el retrato popular y convertir lo vulgar en vibrante espiritualidad cotidiana.
Vicky Méndiz (1978) concibe su serie Extraños en el Paraíso partiendo de una cita a ciegas en el estudio con las retratadas que se presentan para ser fotografiadas mientras hablan de extranjería eligiendo un gesto propio.
Rebuscando en la herencia secreta de las mujeres, las artistas más jóvenes dialogan con tradiciones y rituales olvidados.
Carla Andrade (1983) viaja al pasado para traerse, en este caso, imágenes de mujeres en el entorno cotidiano del mar. A mujeres que un día fueron objetos observados, Carla les hace hablar y nos invita a escucharlas.
También es el caso de la recuperación del legado de las brujas que nos presenta Bego Antón (1983), reviviendo a estas mujeres sabias que fueron torturadas por poseer conocimientos alternativos.
En los retratos dislocados, excéntricos y penetrantes de Lua Ribeira (1986) la feminidad ya no está domesticada…, es misteriosa, atávica y libre.
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