Descripción de la Exposición
I. Cuando íbamos a comprar pijamas para el abuelo a una tienda que quedaba cerca del centro de La Plata, ya sabía de antemano que sobre el mostrador de vidrio con cajones de madera iban a desplegarse, no tanto colores como sí texturas de un mismo modelo de pijama que cada algunos años había que cambiar por su uso.
Casa Torres, así se llamaba la tienda, tenía la particularidad de tener en la vidriera, a modo de maniquí que no viste la ropa que se vende dentro, un muñeco traído de Alemania en los años 20. En su versión original, “Federico” (este fue el nombre con el que fue bautizado el muñeco), movía el dedo índice de una de sus manos y sus ojos gracias a un sistema construido con el péndulo de un reloj.
II. Hace unos días, caminando por la misma ciudad con un amigo filósofo, siento que el brazo con el que me agarra por los hombros cambia de posición para apuntar hacia arriba. Quito la vista de mis pies sobre las baldosas flojas para llevarla a su mano derecha que apunta al cielo. Me detengo en la punta de su dedo. Me pregunto porqué el índice tiene el poder de hacer continuar la mirada más allá de él, cosa que no sucede con el resto de los otros cuatro. “Cuando miro hacia arriba y después vuelvo a bajar la vista a la ciudad me imagino a los griegos mirando el cielo mientras conjeturan pensamientos en torno a lo quieto y el movimiento”, me dice. Ahora mi imagen es la de la pintura de Rafael La escuela de Atenas con el cielo platense de fondo.
III. Horror vacui ha sido el término utilizado por la historia del arte como un modo para describir aquellas obras en las que abunda (casi sin aire), la repetición de una imagen o la atmósfera agobiante y desordenada de un diseño.
Al caminar por las calles céntricas de la Ciudad de Buenos Aires, que a diferencia de la ciudad de La Plata no ha sido diseñada como una cuadrícula ordenada y con direcciones previsibles, lo que menos aparece en el cuerpo es el temor a algo que pueda entenderse como vacío.
Ariadna Pastorini, quien esta vez presenta una instalación en la vidriera de Fundación OSDE, no le teme a abarrotar el espacio de texturas y volúmenes donde la presencia del cuerpo está dada, no sólo por sus intervenciones, sino también por aquello que permanece quieto.
Mudables, como en aquel gesto de cambiar la textura de un pijama, pero no del sitio en el que se lo consigue, deshabitúa la mirada citadina para mudarla de piel y transformarla, como el cuerpo de un maniquí que alguna vez estuvo movido por un péndulo, en todas las preguntas que aún siguen orbitando, en nuevos y futuros paisajes, en torno a aquello que es movido y la fuerza que lo mueve.
Guillermina Mongan
Premio. 27 ene de 2025 - 10 mar de 2025 / Vitoria-Gasteiz, Álava, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España