Marta Barrenechea, mayor de edad, residente en Madrid, que también se dedica a otras disciplinas artísticas, y responsable en la presente ocasión de los dibujos que se exponen en la Galería Ángel Romero desde el 26/11/2010, en plena posesión de sus facultades mentales, declara:

Que siendo consciente de sus limitaciones, y ante la imposibilidad de expresar mejor de lo que ya lo han hecho otros las ideas que convienen a su propósito, se remite sin rubor ni disimulo a los textos con los que se siente identificada.

Por lo tanto, en tal sentido, proclama que esta exposición está dedicada a ese 'aficionado esclarecido', ese 'inofensivo chiflado que corre -igual que otros al cine- a las galerías, al museo y hasta a las iglesias ... con la esperanza -atended bien- de disfrutar. No quiere instruirse, el muy cerdo, ni hacerse mejor. No piensa más que en su placer.

Es él quien justifica la pintura en cuanto cosa pública.

Él no pide más que disfrutar. Se hace lo imposible para impedírselo. Se hace lo imposible particularmente para que parcelas enteras de la pintura moderna le resulten tabú.

Se hace lo imposible para que elija, para que tome partido, para que acepte a priori, para que rechace a priori, para que deje de mirar, para que deje de existir, ante una cosa que habría podido simplemente gustarle, o encontrar fea, sin saber por qué.' (Samuel Becket, 'El mundo y el pantalón')

Del mismo modo, manifiesta que 'estamos en la situación de un niño que se ve obligado a llevar un traje demasiado grande para él y en el cual se siente incómodo y ridículo; el niño no puede quitárselo, puesto que no tiene ningún otro. Pero, por lo menos, puede proclamar en voz bien alta que el traje no está hecho a medida, y de tal modo establecerá una distancia entre el traje y su persona. Esto significa tomar distancia frente a la forma. Cuando logremos compenetrarnos bien con la idea de que nunca somos ni podemos ser auténticos, que todo lo que nos define - sean nuestros actos, pensamientos o sentimientos- no proviene directamente de nosotros sino que es producto del choque entre nuestro yo y la realidad exterior, fruto de una constante adaptación entonces, a lo mejor la cultura se nos volverá menos cargante.' (W. Gombrowicz, Prólogo para la primera edición castellana de 'Ferdydurke')

Así mismo sostiene que su supremo anhelo, como el de 'Ferdydurke', es 'encontrar la forma para la inmadurez'.