'No todo lo que puede ser contado cuenta, y no todo lo que cuenta puede ser contado.' (Albert Einstein)

Hubo un día en que los cuentos que me contaban de chico dejaron de ser parte de mi universo. Supongo que, para oídos más nuevos, Caperucita habrá seguido habitando un bosque y escapando de un lobo pero a veces me pregunto si no habrá crecido y dejado, de una buena vez por todas, la fábula...

Si Rapunzel habrá ido a la ciudad a buscarse un novio o conseguir trabajo. Si Alicia habrá querido cocinar al conejo en vez de caer, una y otra vez, por el pozo. Si Penélope habrá empezado a cursar Diseño de Indumentaria I. Si la Mujer Maravilla ya se habrá cansando de dar vueltas y vueltas.

De esa manera, ... el 'había una vez' es invadido por una terrenalidad absurda, por la crisis y el aburrimiento. Y así, cada una de esas heroínas se corporizan en otras existencias, hartas del cuento. Otras dimensiones surgen detrás del espejo para múltiples identidades... historias que se entretejen con puntos inesperados dando lugar a un tejido de nuevos mitos.

Jimena Brescia pasa por el tamiz de la fotografía, el videoarte, la instalación y la escultura a cada una de esas mujeres que nutrieron sus fantasías de pequeña; esas heroínas vuelven sobre ella, sin naif, armadas de una artillería que lleva a los cuentos infantiles al terreno del suspenso y el policial. Su mente ya no es la de una niña, su mundo tampoco.