Descripción de la Exposición
Mirror Becomes A Razor When It’s Broken es un proyecto comisarial anual que aparece como un proceso de sedimentación en el que cada una de las diferentes prácticas artísticas que lo componen funcionan como estratos especulativos que inciden en la materialidad constituyente del mundo. A través de cuatro proyectos expositivos individuales y diversas actividades, este ciclo se presenta, no tanto como una respuesta a muchas de las cuestiones que actualmente gravitan en torno a la objetualidad y la materia, sino como una materialización literal de posibilidades y reflexiones conjuntas que irán apareciendo durante el proceso de trabajo con los
artistas invitados.
Los artistas invitados para cada una de las exposiciones individuales son Lúa Coderch, Rubén Grilo, Josu Bilbao y Eva Fàbregas. Pese a que sus prácticas artísticas y su manera de trabajar son muy diferentes entre sí, en todos ellos encuentro una gran dificultad a la hora de definir lo que hacen mediante el lenguaje, que es una de mis herramientas de trabajo principales. La fascinación derivada de esta dificultad es lo que me ha llevado a invitarlos desde la intuición y el deseo de participar en sus procesos gracias esa posición intermedia –casi como un objeto más en el espacio– que ocupa el comisario para generar entre todos un proceso de acumulación –pero también desaparición– en el que cada proyecto arroje una perspectiva diferente sobre las múltiples relaciones que se dan en la materia y en los objetos. La invitación que yo les hago supone una continuación de su trabajo para Mirror Becomes A Razor When It’s Broken y no tanto un encargo específico sobre un tema concreto, haciendo de la práctica comisarial un proceso de adaptación a la práctica artística y no a la inversa.
La importancia del objeto dentro del trabajo de Lúa Coderch es algo que ella me ha comentado en varias ocasiones. En muchos de sus trabajos el objeto funciona como un detonador para toda una serie de relatos donde es muy difícil establecer la línea entre lo personal y lo histórico. Se da una relación evidente de mutua dependencia entre la historia y la intrahistoria, entre lo colectivo y lo individual, que aparece desde el potencial narrativo del objeto. A ello se une su investigación sobre la voz, entendida desde su materialidad constituyente pero también desde la dimensión política del habla. Con respecto a todos los objetos que aparecen en el trabajo de Lúa, pienso que ella trabaja una suerte de arqueología de lo cotidiano donde las cosas más ordinarias se plantean como un enigma desde diferentes ejercicios fenomenológicos que dotan de gran valor a la dimensión superficial y observable de la realidad. La apariencia como algo revelador y no engañoso. Mi invitación a Lúa para este ciclo consiste en retomar un proyecto en el que estábamos trabajando donde se unen presencia, representación y subjetividad materiales gracias a una estrategia de enunciación que crea una confusa línea entre lo humano y el objeto mediante la mutua transferencia de atributos. El resultado es Vida de O.
Rubén Grilo trabaja desde una resistencia consciente a la interpretación de su trabajo y en oposición al mito –todavía muy presente– de la artesanía en arte y la impronta de la subjetividad del artista en todo aquello que hace. En sus investigaciones encuentro una relación consciente con la economía y la lógica industrial, también en oposición a muchos de los paradigmas con los que se piensa el arte y que lo colocan engañosamente en una esfera de producción independiente y autónoma. La tecnología aparece aquí, no desde el fetiche de la innovación del gadget, sino desde el hábito y como parte fundamental de nuestra construcción identitaria, individual y colectiva. La fuerte consciencia de las relaciones políticas, sociales, económicas y subjetivas que están condensadas en los objetos y la materia es algo con lo que Rubén trabaja desde hace tiempo. De hecho, percibo en producción y sus análisis de hace años un pronóstico –sin ánimos de caer en el mito de lo visionario– de una consciencia que ahora es más general para nosotros. En proyectos anteriores ha trabajado, por ejemplo, los moldes de chocolate y la noción de error aplicada a la industria. La huella humana allí donde supuestamente no debería estar. En nuestras conversaciones para su proyecto expositivo él me ha comentado su interés de continuar su investigación en torno al chocolate a través de una experiencia estética basada en el exceso de su presencia, el cambio de escala y la imposibilidad
de una forma definida desde las particularidades propias de este material.
En el trabajo de Josu Bilbao está muy presente la materialidad, pero también el lenguaje, haciendo que ambos se relacionen sin saber cuál empieza primero. O si es necesaria la lógica de un principio en toda relación entre uno o más elementos. El lenguaje aparece, pero sin la presión de una sintaxis o gramática previas para ensamblar los elementos que utiliza. Con esto que comento no quisiera dar a entender que la práctica de Josu es una transposición material del lenguaje a la escultura o que todo el entorno material puede ser leído como un texto. Las conversaciones que he podido mantener con Josu me han hecho darme cuenta de que la escultura es un proceso en el que las cosas se hacen haciendo, ofreciendo gran resistencia a la autoridad que la noción de proyecto ha adquirido en el contexto del arte. Que son los materiales los que conducen a un posible resultado y no tanto una imagen previa acerca de lo que las cosas deben ser o no ser. Esto me lleva a pensar de manera desordenada en Manuel de Landa cuando dice que “la materia tiene capacidades morfogenéticas por sí misma y no necesita ser comandada por ninguna forma”. En su escultura, a base de numerosos elementos, a veces casi imperceptibles, percibo un trabajo meticuloso de ordenación en el que el sistema resultante –si es que puedo llamarlo así– es producto del proceso y no a la inversa. También una sensibilidad horizontal para la escultura que la vuelve frágil y que obliga al cuerpo humano a adaptarse a ella. La incertidumbre, la intuición, la reutilización de elementos preexistentes para un nuevo sentido, la sedimentación objetual o su trabajo con el lenguaje desde un paradigma muy diferente al que yo conozco son aspectos que me gustaría conocer y explorar con Josu para este ciclo.
Eva Fàbregas estuvo muy presente en los inicios de mi investigación en torno a la objetualidad y los nuevos materialismos con su pieza Self-Organizing System. Recuerdo haberlo relacionado entonces con la noción de hiperobjeto de Tim Morton por su uso del poliestireno y por el perpetuo tránsito de este material que se usa para proteger los objetos reconvertidos en mercancías y cuya vida apenas dura lo que duran dichos desplazamientos. En el trabajo de Eva está muy presente el deseo que producen los objetos de consumo y los mecanismos que lo producen. Una suerte de erótica de la mercancía que, lejos de demonizarla, se apropia de ella desde su potencial afectivo para provocar un deseo de contacto con los objetos que ella produce. Esta relación afectiva y táctil con los objetos de consumo, unida a una selección de materiales nada ingenua y una apología del color –que personalmente considero política– es uno de los motivos que me han impulsado a invitar a Eva a formar parte de Mirror Becomes A Razor When It’s Broken. Nuestra relación con los objetos, mediatizada por las estrategias de consumo, suele leerse en clave negativa, como el origen de muchos de los problemas de la crisis medioambiental de nuestro presente. En el trabajo de Eva no encuentro tanto una perspectiva irónica o una crítica moralista con respecto a estas cuestiones, como una modalidad de relación con lo supuestamente inerte desde la intimidad del contacto. Una intimidad que sucede, además, en un espacio tan ambiguo como el del arte, donde la experiencia estética se acompaña de todo un aparato normativo y disciplinar dispuesto a evitar el contacto directo entre los cuerpos.
Cada una de las exposiciones tendrá una actividad específica que funcione como otra capa más de significado dentro de cada proyecto artístico. Estas actividades irán apareciendo durante el proceso de trabajo. A ello se une la petición que le hago a cada uno de los artistas para que invitemos a una tercera persona a escribir un texto una vez la exposición esté materializada, abierta al público.
Frecuentemente la producción textual de los proyectos se realiza cuando están en proceso y no terminados. Es por ello que suelen ser una aproximación previa y no una consecuencia directa de ellos. Mi intención aquí no es tanto introducir el dispositivo de la crítica de arte dentro del proyecto general, sino explorar qué tipo de escritura en arte puede surgir gracias a una toma de contacto y una experiencia directas con cada uno de los proyectos en sala y con la presencia activa de todos los elementos físicos de cada una de las exposiciones. Se propone así mismo un ciclo de actividadesperformances paralelo a las exposiciones que contará con la participación de las artistas Siegmar Zacharias, Agata Siniarska, Ariadna Guiteras y Claudia Pagès con el propósito de incluir la materialidad inherente del cuerpo humano y su potencial discursivo con respecto a ella. Estas tendrán lugar durante diferentes momentos del ciclo a lo largo del año.
Sonia Fernández Pan, comisaria
Sonia Fernández Pan es comisaria (in)dependiente e investiga y escribe a través del arte. Es autora de esnorquel desde 2011, un proyecto personal en forma de archivo on-line a través de textos, podcasts y conversaciones por escrito. Una de sus principales herramientas de trabajo es la conversación, que refuerza un “pensar con otros” sobre la presunta autonomía del “pensar sobre algo”. Editora del libro A Brief History of the Future (2014), entre sus proyectos comisariales están F de Ficción (Can Felipa, Barcelona, 2013), El futuro no espera (La Capella, Barcelona, 2014-15), Microfísica del dibujo (Espazo Normal, A Coruña, 2015), Diógenes sin complejo (Hangar, Barcelona, 2015), el ciclo anual The more we know about them, the stranger they become (Arts Santa Mònica, Barcelona, 2017) y As if we could scrape the color of the iris and still see (Twin Gallery, Madrid, 2018).
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