Aunque por razones obvias me toco vivir de cerca la rápida evolución pictórica de Rafael Dueñas, e intuyendo de antemano sus prometedoras cualidades como pintor, tengo que decir que me vuelve a sorprender, por supuesto gratamente, cada vez que presenta una nueva muestra de su obra, primero fueron sus bodegones; estudios obligatorios de mis clases de pintura en la Escuela de Artes y Oficios de Avilés, trabajos que en numerosas ocasiones transcendían sobradamente de su carácter de meros ejercicios para convertirse en verdaderas obras artísticas. Más adelante siguieron saliendo de su paleta y siempre con una factura intachable composiciones de compleja laboriosidad como fueron los grupos de animales y las motos, temas recurrentes en su trayectoria debido seguramente a su profesión y aficiones y que resolvió acertadamente a pesar de su dificultad por su carácter hiperrealista, impropio de alguien que en aquella época todavía se estaba iniciando ... en el manejo de la pintura.

Los cuadros de figuras, las terrazas repletas de gente, las escenas cotidianas, y los rincones de nuestras ciudades vinieron a reafirmar sus cualidades y su brillante formación académica.

Favila