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Habitualmente proyectamos todo tipo de sensaciones y sentimientos a la gente que nos rodea. Dichas sensaciones, positivas o negativas, vienen influenciadas sin duda por el entorno en el que nuestra existencia se desenvuelve, por circunstancias sociales y familiares, por lo extraño de lo 'casual' acontecido.

Es, en este sentido, en el que cada creador encamina su estilo o línea de trabajo.

El ambiente, algunos dirían 'el cosmos', nos influencia y, ... hasta cierto punto, nos dirige, dotando nuestros movimientos de un aura propia, de un 'algo' que nos distingue de nuestros conciudadanos.

Rosa Fernández Salanova es una creadora a la que el entorno y, tal vez las circunstancias, le han llevado a centrar su obra en la abstracción, una abstracción vital, fuertemente asentada en un mundo cósmico, alegórico e imaginario, en el que el trazo es firme pero deambula como pretendiendo encontrar su sitio en el espacio, en el medio en el que se nos muestra desarrollado.

La autora expresa sus sentimientos con la representación de una amalgama tonal en la que se nos propone patente la exaltación figurativa como si de un espectro se tratara, la remarcación de una formación que sobresale del contexto y da al trabajo todo su sentido, toda su función.

Dicha figuración se nos muestra como fundamental para conceptualizar el conjunto y forma el centro neurálgico de la idea expuesta. Lo onírico es bien patente. No se pretende representar al completo, sino, y nunca mejor dicho, la autora nos da pinceladas mediante las cuales nos conduce, nos encamina hacia el enaltecimiento metafórico de sus pensamientos.

Queda patente la uniformidad expresiva, la línea continuada y segura que Fernández Salanova mantiene y le hace dueña del momento representado.