Para él no existen diferencias entre arte y realidad o arte y mundo exterior, sino que son una prolongación uno del otro, y por ello sus obras hay que entenderlas no como piezas aisladas, sino como el resultado de un proceso donde construye la huella de un viaje interior al ambiguo territorio de lo personal, de las experiencias vividas.

El autor profundiza en sí mismo a través de sus obras, bucea en lo más hondo de su ser, en aquello que le golpea, le emociona, le seduce o le indigna. Estamos ante un Nacho Lobato siempre dispuesto a mostrar sus mundos interiores, y a comunicar la doble vertiente de las emociones y los sentimientos, en una secuencia que va del interior al exterior surgida a partir de la reflexión. El mismo Friedrich le exigía a una obra artística que le ... elevara el espíritu. Nacho Lobato creo que lo consigue: nos eleva el espíritu, no sólo recurriendo al motivo de las cigüeñas o a todo aquello que trae a la memoria que 'Siempre la claridad viene del cielo. Es un don' En la obra de Nacho Lobato existe un empeño (no siempre consciente) en que el espectador comprenda cómo piensa el artista, subrayando tanto la complejidad de su proceso, guiado a través del repetido uso del dibujo, como al contextualizar coherentemente sus paisajes y sus 'poemas pintados'. En la obra de Nacho Lobato aparece ese viejo anhelo del hombre por transitar el sendero que une arte y naturaleza, fundiendo así la práctica vital con la artística. Esencialidad telúrica de la naturaleza, la poesía, la belleza que habita en su obra, que siempre intenta estimular la retina del espectador y sacudir las conciencias. Adorno decía que las obras de arte son como enigmas que quieren ser descifrados. Y los enigmas que las obras de arte nos plantean tienen (como los antiguos oráculos) algo de sagrado. Nos comunican algo del destino, pero también del pasado. Las cigüeñas adquieren valor simbólico particular: representan el vínculo entre el cielo y la tierra; duermen en las alturas, se alimentan en los basureros. ¿De qué mejor imagen se puede apropiar Nacho Lobato para la expresión de esos paisajes que habitan su alma? Consecuentemente, el efecto, la proyección de ese mundo suyo, cabe en la encarnación de estas aves. Como sucede en el simbolismo, ellas dicen mucho más de lo que aparentemente dejan ver: se muestran entre lo elevado y lo más bajo o mezquino de la tierra; reparten su actividad física entre las dos realidades para expresar una sola forma de vida. Creo que fue el poeta y ensayista polaco Adam Zagajewski quien reparó en el término metaxú, tomado de Platón: estar 'entre', entre lo concreto, rutinario, e incluso rastrero o mísero, y lo trascendente, lo arcano, lo misterioso. La obra pictórica de Nacho Lobato es dueña de ese 'entre' para expresar una sola dimensión: la de su propia interioridad, siempre en tensión; el vuelo al que vuelve una y otra vez, como revela en alguno de los textos recogidos en la muestra.