Descripción de la Exposición
— Tu exposición… ¿tiene título?
—¡Sí, claro!
—¿Por qué claro?
—Porque siempre lo han tenido.
—¿Y el de ésta, cuál es?
—Me parto de risa. Me muero de pena.
—(…)
—(…)
—Ya
—Ya…¡qué! No te gusta.
—No sé… es que normalmente tus títulos…
—(…)
—Es raro.
—Si los tiempos son raros, las circunstancias del trabajo son raras, la disposición para hacer cualquier cosa es rara, no sé por qué el título no iba a ser raro.
—No es que sea solo raro, es como si no te pegase.
—Así que no me pega, ¿qué es lo que a mí me pega?
—Algo más serio, más penetrante.
—Es lo más serio y penetrante que se me ha ocurrido.
—Es un poco… fuck you!
—Puede, pero sobre todo el jodido sería yo.
—¿Por qué dices eso?
—Para la anterior en este mismo sitio escribí que cuando hago una exposición siempre pienso que será la última.
—Me das miedo cuando hablas así, aunque haya algo de pose. Quiero pensar que es una manera tuya de hablar.
—Ha estado a punto de ocurrir.
—¿El qué?
—Que fuera la última. En los casi cinco años entre ellas no he hecho nada.
—Eso no es cierto.
—Nada material, me refiero.
—Pero finalmente no ha ocurrido.
—Hace seis meses estaba convencido de que se acabó, y el sentimiento no era malo.
—Te digo que me das miedo…
—¿Miedo? Hay muchas maneras de hacer las cosas, y muchas cosas diferentes que hacer. Miedo me da la rutina convencional que se le impone a un artista para ser considerado como tal.
—¿Y qué tiene que ver todo esto con el título?
—¿No es obvio?
—No, dime por qué lo es.
—Es que, para mí al menos, la actualidad, tanto del arte como de la vida, me induce simultáneamente a la risa y al llanto.
—Vale, sigue.
—Es una especie de histeria al final de una reflexión imposible.
—Pero eso podría dejarte parado y estamos hablando del título de la exposición de una serie de trabajos que has hecho.
—Ya lo sé, parece contradictorio.
—De algún modo ha sido productivo.
—Creo que he puesto la histeria a trabajar. Si la mente ya no puede ser escuchada habrá que escuchar al cuerpo.
—¿Eso cómo funciona?
—Sin pensar, dejándose llevar.
—(…)
—Dejándose arrastrar por donde no se sabe y a donde no se sabe.
—¿Por quién? ¿Por qué?
—Por algo que basta con ponerlo en marcha y luego hacerse cargo de la convulsión.
—En este caso…
—En este caso ese algo eran imágenes muy anteriores que intuían un destino que en su momento no llegaron a cumplir…
—(…)
—…porque nunca se encontró la forma que lo permitiera.
—Hasta este momento. Y ¿qué es lo que te has encontrado al final del camino?
—Los fantasmas de lo que ha de llegar no pueden ser otra cosa que vanitas…
—Espera…
—…ya que en el extremo todos conocemos nuestro destino más cierto.
—Me das miedo.
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Son nueve esculturas, aunque algunas no lo parezcan, dos de ellas formadas por varias unidades autónomas. La que da título a la exposición está compuesta por cinco elementos originados a partir de uno cinco años mayor. Cada una es independiente, aunque en conjunto forman una especie de poema: ME MUERO DE RISA DE PENA ME PARTO ME PARTO ME MUERO ME PARTO DE RISA DE PENA ME MUERO. Ardor y manía es al mismo tiempo una versión volumétrica de las anteriores y una reorganización de los elementos de una pieza de hace once años. En el monologo del sepulturero de Hamlet, el príncipe se encuentra con los restos del bufón del reino y se lamenta (“Alas poor Yorick!”) de que aquel que encarnaba la alegría de vivir, el chiste, la burla, se halle reducido a una sucia y aborrecible calavera. Alas poor Andre hace uso de dos noticias — convertidas aquí en carteles (producidos once años atrás para otro proyecto) entrevistos a través de una arquitectura que se desmorona— en las cuales dos personas (una de ellas es Andre) al morir dejan en herencia a sendos teatros sus propias calaveras para que con ellas se interprete el famoso monólogo sobre la vanidad de la vida. Bastardos blancos son cuatro piezas que evocan a otras cuatro de la exposición anterior pero en un punto de creciente evanescencia. Monumento y De los udam son contramonumentos que sirven a una posteridad improbable. Flujos, mutaciones, filiaciones es una pieza que no consiguió el pase a la exposición anterior porque estaba esperando a esta, que es donde debe estar. Winckelmann y Lessing son dos ilustrados que supieron que el arte bien podría ser el inconsciente de la historia. Malevich creó un icono de una serenidad interiormente desgarrada, el principio y el fin, el alfa y el omega. En No me tendrás por inocente estas imágenes (originadas doce años atrás) se articulan a través de un artefacto funesto sin haberlo querido. Finalmente Esos desechos es literalmente eso, una serie de restos de diferentes épocas puestos a trabajar en su vocación de ser.
Exposición. 13 dic de 2024 - 04 may de 2025 / CAAC - Centro Andaluz de Arte Contemporáneo / Sevilla, España
Formación. 01 oct de 2024 - 04 abr de 2025 / PHotoEspaña / Madrid, España