La exposición aborda la materialidad constructiva de la ciudad como problema estético y conceptual en la ciudad contemporánea, una tradición heredada de la historia de la arquitectura y urbanismo moderno visto desde hoy. La idea del blanco como búsqueda de la pureza tanto física como espiritual se contrasta con el rojo de la terracota. Tomando el ladrillo de arcilla como material pobre y sincero, se desarrolla un cuerpo de trabajo que establece relaciones con el arte, la ciudad y la memoria. Con esto de fondo, los muros blancos de la galería se convierten en parte de la historia, que pretende mostrar lo que ocultan dichos muros. El ladrillo se convierte en el hilo conductor donde los problemas e inquietudes del arte y la arquitectura se encuentran: el ornato, la decoración, el vacío, lo racional y lo barroco entran en un constante diálogo y tensiones.